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Caída libre de la flota de cerco en la ría: de 50 barcos a una docena en tres décadas

Planeadoras de artes menores atracadas en el puerto de Campelo. Gustavo Santos

La flota de cerco de los puertos de la ría de Pontevedra ha caído en picado en las tres últimas décadas, de alrededor de 50 barcos a apenas una docena. Las causas son claras: la pesca de cerco (sardina, jurel, caballa, chincho, bocarte...) fue muy rentable durante muchos años, pero los armadores cada vez tienen más presión y límites con las capturas y los barcos, más gastos. A ello hay que sumar que esta perspectiva está minando el relevo generacional, tan importante en un sector muy duro en el que la pasión por la profesión juega un papel fundamental.

“En donde se mantienen las cifras son en los barcos de bajura, pero en el cerco se han perdido de forma continua. Tanto es así que en Pontevedra, Campelo, Combarro, Raxó, Sanxenxo y Marín ya no queda ninguno”, explica Iago Tomé, patrón mayor de la Cofradía de Raxó.

La docena de barcos de cerco y artes menores que queda se reparten entre Portonovo (cuatro), Bueu (cinco) y Raxó (dos).

“En Portonovo hay cuatro censados por razones operativas, pero los armadores son uno de Raxó, otro de Campelo y dos de Combarro”, aclara. “Unos se fueron vendiendo, otros como el “Sin querer”, el “Playa” o el “Nuevo Marcos” se hundieron...”

“Es desesperante, porque a veces tienes el pescado en la puerta pero no tienes cuotas y los barcos tienen gastos, porque hay algunos que llevan a ocho o diez personas a bordo"

Iago Tomé - Patrón mayor de Raxó

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Tomé reconoce que dedicarse al cerco “siempre compensa”, pero que las condiciones son más duras: “compensa, pero cada vez menos, porque las cuotas son menores y la gente se cansa”.

“Si tienes que ir al mar y sientes casi como si estuvieras robando, es normal que nuestros hijos ya no quieran dedicarse a esto”, se lamenta.

“Es desesperante, porque a veces tienes el pescado en la puerta pero no tienes cuotas y los barcos tienen gastos, porque hay algunos que llevan a ocho o diez personas a bordo. Con lo que nos están abocando con todas las medidas es a aburrir a la gente, que no ve una estabilidad y no se quiere complicar la vida”, resume.

Y ese hastío de la gente que se dedica al mar se visibiliza de un año a otro en las estadísticas. “Mientras que antes de un año a otro si se perdía un barco se renovaba, ahora ya no pasa”, indica Tomé.

“Solamente Raxó y Combarro, cuando aún no estaba yo de patrón mayor pero sí ya andaba al mar, eran de las flotas más importantes. Recuerdo que en Portonovo, cuando yo tenía 14 años, el puerto estaba lleno. Ahora es triste, ves un barco y piensas quién te ha visto y quién te ve. Lo mismo pasa en Campelo, que ahora lo que ves son planeadoras pequeñas de artes menores, que se dedican al marisqueo y a cuatro redes”, afirma.

Hace tres décadas, la ría de Pontevedra, que no destaca por su tamaño, llegó a contar con alrededor de 50 barcos de cerco. “Son muchos para una ría pequeña. Cada vez hay menos y los barcos que quedan se reparten más beneficio, por eso sigue compensando pese a las cuotas. Es una pena llegar a ese extremo, porque antes había muchos más, unos 50 en la ría, y todos vivían de esto”, señala el patrón mayor de Raxó.

El temor a Europa

El temor que tienen desde el sector en la comarca de Pontevedra es que “Europa quiere dejar cuatro barcos grandes y cargarse la pesca artesanal”. “Galicia siempre vivió de la pesca artesanal, siempre fue un referente en este sentido y ahora quieren acabar con ella”, subraya Tomé.

“¿Cómo puedo yo convencer a mi hijo de 15 años que cuando yo lo deje continúe en él al frente?”, concluye desesperanzado.

El parón de la formación de los profesionales por culpa del COVID

La formación es clave hoy día para poder dedicarse a la profesión. Pero la pandemia del coronavirus frenó los cursos específicos para empezar en el sector, como el de radio, el sanitario, etc... “Ahora, cada vez, exigen más cosas. Nosotros tenemos los cursillos de sanitario casi caducados y tenemos que renovarlos, porque si no los tenemos al día no podemos salir al mar”, se queja Iago Tomé. “El problema es que no hay gente que los imparta desde la Administración, y nos tienen estancados pese a las prórrogas, porque hay que recordar que la pandemia nos afectó más a unos que a otros. Y si tenemos que ir a una academia privada no nos lo podemos permitir”. “Yo siempre lo digo, el mar, con todo lo que supone, te tiene que gustar mucho, si no no aguantas”, reconoce.

Todos los polígonos de mejillón de la ría, cerrados

Los ochos polígonos bateeros de la ría de Pontevedra continúan cerrados por orden del Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar). El primero en cerrarse a la extracción fue el Bueu B el pasado 28 de julio. Ya en el mes de agosto, se comenzó el cierre con el Bueu A1 el día 4, al que siguieron el día 13 el Portonovo B y el Bueu A2. El 18 de julio se procedió a cerrar al Portonovo C, mientras que los dos últimos han sido el Cangas A y el B, ambos en situación administrativa cerrada desde el pasado martes, 24 de agosto. Muy diferente es la situación de las zonas de marisqueo de la ría pontevedresa. Según la información facilitada por el Intecmar, solo se encuentra cerrada la zona III, la más externa de la ría. El resto de zonas están abiertas a la extracción y en ellas se está trabajando con normalidad. La zona I es la que más tiempo lleva abierta, desde el 6 de junio del año 2019. Le sigue la II, que tampoco ha experimentado ningún cierre desde el mes de octubre del año pasado, 2020. En cuanto a las zonas IV y V, las de marisqueo de Pontevedra y Poio, permanecen abiertas desde el pasado 8 de junio de este mismo año.

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