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La democratización de la lectura

Tía Ni acerca los libros con su furgoneta a todos los rincones de la provincia con un precio muy barato desde su librería de A Lama donde realiza un sinfín de actividades

Nieves posando junto a su furgoneta.

Coger un libro al amparo de una taza de té, saborearlo y luego, comprarlo o no. Asistir a una tarde de cine de verano en el jardín, alquilar ejemplares o volver a los juegos tradicionales de toda la vida. Estas son solas algunas de las opciones que ofrece la librería de Tía Ni en Gaxate, A Lama. Además Nieves Loperana, su dueña, saca su furgo-libro cada mañana para ir a buscar clientes, porque dice que le gusta más que esperarlos.

Nieves empezó su andadura hace unos 17 años en Gaxate montando una librería al peso con los restos de una editorial que tenía, Nigratrea. Allí estuvo tres años y luego montó una librería en Baiona. Hacía diferentes actividades como exposiciones o conferencias. “Era como un centro cultural, pero privado”, explica. Tras cinco años en un cambio de la calle volvió a Gaxate, pero no como antes. Ahora es librera ambulante y en A Lama tiene almacén y un refugio-librería para todos los amantes de la lectura que abre por las tardes. Por las mañanas, cada día está en un sitio distinto.

Imagen de una zona de la librería. Rafa Vázquez

“Cuando cerré en Baiona decidí minimizarme. Me gusta mucho la venta ambulante y ya tenía la furgoneta. Le encargué a un ilustrador que me hiciera los rótulos y un cliente me hizo las estanterías. Fui pidiendo permisos en las ferias y fui abriéndome mercado”, cuenta Nieves. “Me gusta más la venta ambulante que estar esperando a que venga la gente. Me gusta salir a buscarlos. Te lo pasas bien, conoces a personas nueva y hablas con todo el mundo”, añade. Todo el mundo quiere entrar en su furgo-libro, aunque los niños, cuenta, son los que más lo disfrutan. “Entran, cogen un libro, lo leen, me ayudan”, relata.

Nieves defiende que el proyecto funciona muy bien. “Creo que se vende incluso más en los pueblos que en la ciudad porque no tienen tanta oferta. Hay mucho usuario de biblioteca al que el repertorio se le queda pequeño”, señala esta librera ambulante que viaja por toda la provincia.

Entre sus estanterías se puede encontrar de todo, menos las últimas novedades. “Aquí pueden encontrar un autor que les gustan por un euro, pero si quieren volver a encontrarlo probablemente tengan que ir a una librería a comprar más de ese autor y eso es beneficio para todos. Hay librerías además que comparten mis cosas y me mandan gente”, expone Nieves defendiendo este modelo.

Cuando acaba la semana repone y renuevo los libros que lleva en la furgoneta porque el 80% del público son clientes habituales y “hay que darles cosas nuevas”.

Esta librera se define en su tarjeta de visita como “ideadora” y razón no le falta. “Se me ocurren muchas cosas. Me surgen muchas ideas y procuro hacerlas en la medida de lo posible”, alega.

Así, su librería no podía ser distinta y en el jardín tiene un parque de juegos populares; petanca, llave o rana son solo algunos. Explica que a su librería “puedes venir, sentarte a leer un libro e irte. No hace falta comprar nada. Es un espacio cultural del que disfrutar”.

Además de vender al peso, tiene un sistema de alquiler de libros. “Lo pagas y es tuyo, pero si lo devuelves te descuento la mitad de lo que te costó en la siguiente compra. Así que la gente viene y se lleva sus libros, los devuelve sin plazos y eso permite leer a un precio muy barato”.

Pedro sardiña junto al ajedrez que está creando. Rafa Vázquez

Un ajedrez gigante

Entre los distintos proyectos que lleva a cabo destaca la construcción de un ajedrez gigante, a cargo del artista Pedro Sardiña. Se trata de un ajedrez cuyas figuras son gaxanitos, personajes como duendes que viven en los castros y demás animales fantásticos. Es un ajedrez a tamaño gigante donde, por ejemplo, el caballo es un caracol y la torre es una seta”. Cuando esté terminado convocarán un campeonato de ajedrez cuya final se disputará con estas figuras. y cuando se acabe harán un campeonato.

Tía Ni es un lugar donde siempre hay algo que hacer. Los jueves al atardecer hay cine al aire libre y en Navidad vende Loto-libro. Se trata de una participación en la Lotería de Navidad de 5 euros que incluye un sorteo de una escultura y que además viene dentro de un sobre con un libro sorpresa que es gratuito.

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