Decenas de personas caminando hacia la iglesia y una hilera de coches aparcados en el arcén era la primera imagen que se encontraba el visitante nada más llegar al Monasterio de Lérez.
La pandemia no impidió que los devotos de San Benito renovaran su fe en el santo “máis milagreiro” y centenares de pontevedreses se desplazaron en la jornada de ayer hasta el santuario, aunque muchos tuvieron que quedarse fuera del templo benedictino debido a las restricciones de aforo.
Esto fue lo ocurrido a media mañana, cuando tuvo lugar la celebración de la Santa Misa y los feligreses tuvieron que permanecer a la entrada de la iglesia, ya que el aforo máximo de 60 personas permitido ya estaba completo. Así, varios voluntarios se ocupaban de controlar el acceso y que se guardara la distancia interpersonal de 1.5 metros en los bancos del interior.
Mientras decenas de devotos se resignaban a escuchar la misa a través de los altavoces fuera del templo, otros tantos degustaban unas tapas de pulpo y churrasco en las carpas que se instalaron en las inmediaciones del santuario.
Asimismo, en el entorno del monasterio también se situaron al menos doce puestos de venta de productos gastronómicos y de artesanía para que la celebración no fuese tan atípica. Los creyentes también pudieron adquirir el aceite quemado y bendecido para efectuar los rituales con los que pedir al santo la cura de sus dolencias dermatológicas.
La jornada estuvo marcada también por el calor y las elevadas temperaturas dieron un pequeño susto a los asistentes, ya que un hombre se desvaneció en el exterior del templo y hubo que dar aviso a los servicios de Emerxencias.
Por lo demás, el San Benitiño transcurrió con normalidad a excepción de que no se celebró la tradicional romería popular y mejillonada por la pandemia.
