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La peatonalización: entre el éxito y la polémica

Calle Reina Victoria, cortada al tráfico.

Desde que un polémico bando del alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, cerrase el casco viejo al tráfico en 1999, en Pontevedra se han ido sucediendo las peatonalizaciones en el centro urbano. Con simpatizantes y detractores, los pontevedreses han visto cómo los coches desaparecían total o parcialmente de calles como Daniel de la Sota, Peregrina, Michelena, Gutiérrez Mellado, Rosalía de Castro, Riestra o la plaza de España y más recientemente Benito Corbal y la plaza de Barcelos, además del corte de la avenida Reina Victoria, que todo apunta que será el próximo objetivo a peatonalizar.

Todos estos casos tienen en común que empezaron con polémica y, en la mayoría, se acabó en éxito. La historia de las peatonalizaciones en Pontevedra comenzó en diciembre de 1981 con la calle Oliva, desde la plaza de la Peregrina hasta la confluencia con García Camba, pero hubo que esperar hasta 1999, con la llegada del BNG al Concello, para que la retirada del tráfico rodado del centro urbano se convirtiera en todo un modelo de ciudad.

Se empezó por la zona monumental. Aquel proyecto cerró definitivamente al tráfico el espacio intramuros limitado por las calles Arzobispo Malvar, plaza de Valentín García Escudero, avenida de Buenos Aires, Padre Amoedo, Cobián Roffignac, Michelena y Plaza de España. A partir de 1999, en este espacio solo pudieron circular residentes y comerciantes con la correspondiente tarjeta identificativa y los vehículos de carga y descarga, además de eliminarse plazas de aparcamiento libre.

Hace poco más de una semana el Concello anunciaba una nueva peatonalización, pero esta vez fuera del centro, entre las calles Alemania, Portugal y Crecia, en Monte Porreiro. El proyecto contempla, además de la reordenación del tráfico, la creación de una gran plaza de más de 2.000 metros cuadrados, al estilo de la Herrería o la Peregrina, para favorecer a los niños que utilizan el Camiño Escolar que se sitúa en la confluencia de estas calles.

Praza de Méndez Núñez, en el casco histórico.

Al casco antiguo le siguieron Daniel de la Sota, Peregrina y Michelena en 2001 y Gutiérrez Mellado en 2002. Tampoco estuvieron libres de polémica, en esta ocasión por el obligado desvío del tráfico de entrada y salida de la ciudad. Este problema se agravó aún más con las peatonalizaciones parciales de Rosalía de Castro en 2006, el cierre casi por sorpresa en Riestra en 2007 y, ya más tarde, en un tramo de Benito Corbal en 2013 y de la plaza de Barcelos en 2016.

A todo ello hay que añadir el reciente corte de un tramo en Reina Victoria para ofrecer más espacio al alumnado del IES Sánchez Cantón por el COVID, pero que una vez finalizado el curso escolar va a continuar cerrado al tráfico. Además, con las modificaciones que se han realizado en las calles que lo rodean, todo indica a que seguirá sin abrirse durante mucho tiempo.

Calle peatonal de Michelena.

Comerciantes y hosteleros de la zona expresaron su rechazo a este cambio porque, entre otras razones, dividiría al barrio en dos. Además, según la asociación de vecinos, “para Monte Porreiro lo prioritario es el arreglo de las calles, de las aceras, la limpieza y el desbroce de solares, la mejora de la plaza de Europa y solventar el problema del tráfico”.

Se trata de una nueva polémica vinculada con las peatonalizaciones y que previsiblemente no será la última, pues el Concello sigue firme en su filosofía y defendiendo su modelo de ciudad, que se ha convertido en un ejemplo imitado en muchos lugares de todo el mundo y ha recibido numerosos premios internacionales.

Éste no solamente contempla el cierre al tráfico de las calles, sino también la mejora de la seguridad vial. Así, en 2004 se instalaron los primeros “lombos” en la avenida de Bos Aires, que se fueron extendiendo hasta llegar a los más de 500 que hay en la actualidad. También se redujo el límite de velocidad y se ensancharon aceras, lo que ha provocado algún que otro problema a los servicios de emergencia, como el ocurrido el pasado jueves cuando unos bolardos impidieron el paso de los Bomberos a la plaza de Curros Enríquez.

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