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Los peritos consideran creíbles los relatos de las víctimas de abusos por un salesiano

Uno de los menores “tiene miedo a encontrarse con él”, dijo su terapeuta | Retiran la acusación de uno de los 6 chicos y piden 5 años de cárcel por cada uno de los 5 delitos

El acusado, en la tercera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia de Pontevedra. | // RAFA VÁZQUEZ

Tras la tercera sesión del juicio contra Segundo C.V. –sacerdote salesiano acusado de abusos a menores durante un campamento en Cambados y una peregrinación a Santiago–, la Fiscalía retiró la acusación respecto a uno de los menores. Se mantienen los cargos respecto a los otros cinco afectados.

Por cada uno de los cinco delitos que se le imputan a Segundo C.V. el fiscal pide 5 años de prisión, otros 5 de libertad vigilada y de alejamiento de las víctimas. Reclama además una indemnización de 10.000 euros por daños morales para uno de los afectados, 8.000 euros para otro y 4.000 euros para los tres restantes. Retira además la consideración de delito continuado sobre una de las víctimas, para dejarlo en delito de abuso sexual.

En la tercera y penúltima sesión del juicio –el próximo lunes se expondrán las conclusiones finales y el acusado tendrá derecho a la última palabra–, testificaron los agentes de Policía que tomaron declaración a los menores con sus padres, a otros monitores y sacerdotes de la congregación religiosa y a psicólogos del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) que evaluaron a las víctimas. Estos peritos aseveraron que el testimonio de los chicos es “creíble” y que en él no detectaron “ninguna motivación espuria”.

La terapeuta de una víctima narró que el chico le manifestó que tenía miedo a encontrarse con el sacerdote, una vez que se enteró que había salido de la cárcel. También le comentó que el acusado era antes de estos hechos “un modelo a seguir” para el joven y que, de hecho, el chico también quería ser monitor de campamento. Calificó de “invasiva” la relación del sacerdote con los chavales, ya que los padres le comentaron que les había enviado mensajes “a horas intempestivas” .

Mantenían una relación de confianza con el acusado, lo que les habría llevado a la negación inicial de lo que estaba ocurriendo, o a culparse por ello

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Los psicólogos destacaron además que los chicos mantenían una relación de confianza con el acusado, lo que en alguno de los casos les habría llevado a la negación inicial de lo que estaba ocurriendo, o a culparse por ello. Tanto estos peritos, como otros terapeutas que posteriormente trataron a los chavales, apreciaron en ellos trastornos de estrés postraumático, problemas de sueño, pensamientos recurrentes, recuerdos angustiosos o bajo rendimiento escolar.

En las declaraciones de estos profesionales se habló de síntomas depresivos, estigmatización y desconfianza, o alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo, asociadas al suceso. Comportamiento irritable, arrebatos de furia, hipervigilancia y problemas de concentración fueron otras secuelas apreciadas por estos terapeutas.

La defensa preguntó a los psicólogos si estos comportamientos podrían derivarse de otras cuestiones, como determinados “consumos”. También presentó como testigo al psicólogo que evaluó al acusado, que solo le hizo una entrevista clínica, mediante un test, por el que concluye que no presenta el perfil de un abusador ni rasgos de psicopatía.

Algunos de los jóvenes que testificaron ante el tribunal de la Audiencia Provincial de Pontevedra, propuestos por la defensa, no habían participado en el campamento ni en la convivencia donde supuestamente se produjeron los abusos. También testificaron dos sacerdotes y madres de algunos alumnos, además del sobrino del acusado, propuestos por la defensa. Se limitaron a exponer la buena consideración personal que tienen del acusado. El juicio concluirá el próximo lunes.

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