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Una década mirando al cielo

El observatorio de Cotobade celebra su aniversario cerrado por la pandemia

Un grupo de personas mirando el cielo en el exterior del observatorio de Cotobade. | // GUSTAVO SANTOS

Después de más de un año sin actividad por la pandemia de COVID, el observatorio de Cotobade cumple este verano su primera década de vida con la esperanza puesta en que la situación epidemiológica mejore y se puedan ir retomando poco a poco las visitas.

Nació gracias a la Asociación Astronómica Sirio, a través de unas ayudas de la Xunta de Galicia para revitalizar zonas especialmente afectadas por los incendios forestales de 2006, y desde su inauguración, en verano de 2011, ha recibido numerosas visitas, convirtiéndose en un punto de referencia para estudiosos del cielo, de los astros que lo conforman, y aficionados a la actividad astronómica, pero también supuso un primer contacto con las estrellas, los planetas y la luna, por ejemplo, para muchas personas de Pontevedra y su comarca. Es, por tanto, una ventana de conocimiento y, a la vez, una forma lúdica de acercar la astronomía a la población.

La Asociación Astronómica Sirio cuenta actualmente con alrededor de 60 socios. El grupo lo forman personas de todas las edades y principalmente de la comarca de Pontevedra, pero también las hay de fuera incluso de la provincia, y es que en toda Galicia hay solamente cuatro observatorios del nivel del que se encuentra en el monte Coirego, en Cotobade.

“Empezamos haciendo observaciones como aficionados en la zona de Cotobade, siempre con el doble objetivo de practicar la observación astronómica y de divulgarla a través de los medios que tuviéramos a nuestro alcance”, relata el presidente de Sirio, David Filgueira.

Durante años se hicieron numerosas salidas nocturnas, cada vez más lejos de la ciudad en busca de mejores cielos, y los socios fueron comprándose sus telescopios particulares y algún material común para la asociación. Fundada en 1999, no fue hasta 2011 que dispuso del observatorio, propiedad de la sociedad Medioambiental Cañón de Pau, de Cotobade, que le concedió su utilización y gestión a través de la firma de un convenio.

Estos últimos meses han sido, sin duda, los más duros para la asociación pontevedresa y para el propio observatorio de Cotobade. “Suspendimos las visitas de forma indefinida cuando empezó el estado de alarma porque la cúpula del observatorio tiene un diámetro de unos cuatro metros, el espacio es reducido y era inviable mantener las distancias. El verano pasado hicimos alguna actividad en el exterior, pero fueron casos excepcionales”, explica la secretaria de Sirio, Diana Couselo, que recalca las medidas estrictas de seguridad que siguieron para poder llevar a cabo esas observaciones, especialmente la desinfección de todo el material y la división por grupos para poder guardar las distancias interpersonales.

Por ahora, en el año de su décimo aniversario, el observatorio seguirá cerrado por la pandemia, pero la Asociación Astronómica Sirio va retomando poco a poco la actividad, con su participación en el programa Ponteverán con la jornada “A vida dunha estrela nunha noite”, dirigida a personas de 18 a 35 años, y en el programa “O monte é teu”, con tres noches de observaciones en A Tomba en el mes de julio.

“Un parque eólico supondría nuestro cierre”

La situación actual del observatorio de Cotobade no es fácil por la pandemia, pero se encuentra más amenazado si cabe por un proyecto para la construcción de un parque eólico en sus inmediaciones. “Supondría nuestro cierre”, sentencian desde la Asociación Astronómica Sirio, que presentará alegaciones a este proyecto.

“Si se lleva a cabo, va a ser imposible hacer observaciones, porque tendremos cinco torres en un radio de medio kilómetro; además de un obstáculo, las luces de posición de los aerogeneradores y sus movimientos nos afectarían directamente”, explica el presidente, David Filgueira.

En una situación similar está el observatorio de Forcarei, el otro que hay en toda la provincia, lo que supondría que los aficionados de Pontevedra tendrían que desplazarse muchos kilómetros para poder disfrutar de la astronomía. “No estamos en contra de que se construyan parques eólicos, solo queremos que se haga de forma sensata”, apunta Diana Couselo.

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