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“Aquí cabemos todos”

Trabajadores que dejaron hace años los estudios, jóvenes que fracasaron en los centros ordinarios... La EPA Río Lérez reúne a varias generaciones en torno a un proyecto: formarse y ser mejor

Nuevos titulados tras el acto de graduación de los alumnos de Bachillerato en la EPA “Río Lérez”. | // GUSTAVO SANTOS

“Todos tienen un mérito excepcional”, presume de alumnos Maica Fernández, una de las profesoras que este viernes despidió orgullosamente a sus estudiantes en el Centro EPA (Educación para Adultos) “Río Lérez”, un espacio en el que confluyen distintas generaciones y periplos vitales, pero una misma motivación: la convicción de que la formación, sea cual sea nuestro momento, nos hace más sensibles, autónomos, creativos, capaces de cooperar a una sociedad más productiva…

Muchos han llegado hasta estas aulas tras un periplo de fracaso escolar. Afecta en estos momentos a un 16% de los jóvenes que abandonan de forma temprana los estudios, un porcentaje que dista todavía (y a pesar de su significativa reducción en la última década) del 10% de la media de la UE. Xavi es un buen ejemplo de ello, como contó en la graduación, donde relató que empezó Bachillerato “pero desistí”, hasta que hace tres años “al no tener que asistir todos los días”, pudo finalmente llegar “a la meta que tenía marcada”, indicó este alumno con capacidades especiales que agradeció el trabajo de sus profesores y el apoyo de sus padres en este esfuerzo.

“Aquí cabemos todos”

“Los estudiantes aquí tienen mucho mérito”, explica el director, Carlos Medina, “siempre hago hincapié en que parece sencillo, pero después compruebas que son pocos los que logran hacer el Bachillerato en dos años”. El modelo del centro permite que los alumnos “puedan estudiar a su ritmo, por ejemplo cursando solo algunas asignaturas, no necesariamente haciendo un curso completo”, indica Maica Fernández.

La pandemia ha hecho mella en la matrícula, que en los últimos años se situaba entre los 1.200 y 1.300 alumnos, y en este curso son un millar los matriculados en este centro para adultos. Todos los alumnos son mayores de edad, a excepción de algunos menores “si tienen contrato laboral, pero son casos contados”, señala el director.

Imparte EBI (Enseñanzas Básicas Iniciales), el equivalente a Primaria, un programa copado en su práctica totalidad por población inmigrante “donde las limitaciones son más idiomáticas que de conocimiento”, aclara Carlos Medina, “ya que afortunadamente pocos españoles necesitan esta formación básica en lectoescritura y cálculo matemático”.

“Aquí cabemos todos”

También imparten los cursos para la obtención de graduado en ESO (en su caso Educación Secundaria de Adultos) mediante dos modalidades, la primera de ellas presencial e idéntica a un instituto, con horario toda la semana, y la otra semipresencial, en la que los estudiantes solo acuden a clases una ve a la semana y se examinan en el centro.

En Bachillerato la oferta es semipresencial. Los alumnos solo tienen una clase a la semana de cada materia obligatoria y tutorías cada dos semanas. “Esto permite ir sacándolo poco a poco, pero hay que pensar que 15 o 16 clases al año son totalmente insuficientes”, recuerda el director, “y el alumno ha de poner mucho de su parte, pero eso digo que no es sencillo”.

Con todo, fue el reto que se propuso (y que acaba de cumplir) Javier Muíños. Representa un perfil muy habitual entre sus compañeros. “Muchos tienen entre 19 y 24 años”, indica el director, “y suelen haber fracasado en el sistema ordinario”. Es lo que explica que el centro cuente con más matrícula por la mañana, coincidiendo con el horario habitual de los institutos.

“Aquí cabemos todos”

Javier Muíños es uno de los que explica que intentó distintas opciones. “Empecé hace tres años y solo saque 3 asignaturas”, señala el joven, “cuando dejé Bachillerato tenía diagnosticado TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), que me condicionó el modo de estudiar”.

Tras estudiar otro ciclo de FP, y también plantearse nuevos métodos de estudio, desde esta semana ya es graduado y se plantea sus posibilidades para entrar en un ciclo formativo que le permita trabajar en el ámbito de la educación infantil.

"En una de mis clases tengo a una madre y a su hijo, explica" una profesora

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Con los jóvenes que buscan retomar la formación que abandonaron, también están los trabajadores que quieren mejorar su empleabilidad “y también gente de 65 años y hasta hemos tenido más de 70 que viene porque simplemente quiere formarse a cualquier edad”, recuerda el director, porque en “Río Lérez”, “cabemos todos, de todas las edades y con distintas capacidades e intereses”, subraya Maica Fernández.

Pone como ejemplo que “en una de mis clases tengo a una madre y a su hijo” porque, recuerda, muchas veces “son los padres los que vienen porque quieren ser una motivación para sus niños”.

Es el caso de Paula María Miguélez Pallares, que se matriculó en Bachillerato “en primer lugar por un tema de superación personal”, señala, ya que hace 18 años “que dejé de estudiar y decidí retomar” la formación. La otra motivación (que exponen también la gran mayoría de alumnos) es laboral, y la tercera que “tengo 5 hijos y me gustaría ser un referente”. Educación y ejemplo, dos armas poderosas que transforman el mundo.

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