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Un hospital para la fauna

El Centro de Recuperación de Carballedo salva cada año a cientos de animales salvajes | Son salamandras, zorros, rapaces, erizos... | Un único objetivo: que vuelvan a la naturaleza

Una técnica cuida a un ejemplar. En todo momento se busca que los animales heridos tengan el mínimo contacto con el humano. | // G. SANTOS

Creo que todos los que trabajamos con fauna salvaje de algún modo estamos en esto por vocación”, reflexiona Pablo Caballero, jefe del servicio de Patrimonio Natural de Pontevedra y uno de los técnicos del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Carballedo, en Cerdedo-Cotobade, un hospital veterinario que centraliza el tratamiento de los animales salvajes que aparecen atropellados, tiroteados, perdidos…

Son cientos a lo largo del año, el 80% aves, pero también zorros, alguna nutria, salamandras, erizos… El objetivo final es la reincorporación del animal a la vida silvestre, pero para eso tendrán que pasar meses, o más de un año, si por ejemplo tiene que reaprender a volar.

Un azor en el nuevo túnel de vuelo del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre. | // GUSTAVO SANTOS

El contacto con los animales ha de ser mínimo ya que se busca a toda costa evitar el “troquelado”, es decir que se acostumbren a la presencia humana. “Es peligroso y reduce mucho sus posibilidades de supervivencia” una vez liberado, recuerda el veterinario, de modo que “todas las instalaciones y el protocolo” de tratamiento se condicionan a esa reincorporación a la vida salvaje.

“A veces necesitan cirugía”, explica el profesional a propósito de las que son unas de las intervenciones más complejas. La traumatología veterinaria es una disciplina elaborada en la que los profesionales del Centro de Recuperación de Fauna Salvaje están muy especializados, y que implica la reconstrucción de alas, patas etc.

“En otros casos los animales llegan deshidratados, lo que también significa intervenciones sobre ellos como pincharlos” señala Pablo Caballero, “en general cuando llegan están muy débiles, ya sea por traumatismos, atropellos o disparos”.

El centro acaba de inaugurar instalaciones para aves acuáticas. | //G. S.

Tras las primeras intervenciones de urgencia (el profesional lamenta que “desgraciadamente, a muchos tenemos que eutanasearlos, no los hacemos sufrir con tratamientos innecesarios y tenemos que ahorrarles dolor”), empiezan los largos y no menos delicados cuidados a cargo de los 9 profesionales del centro.

El centro funciona en buena medida como un zoo, no solo tiene que sacar adelante a los animales en recuperación, sino que también tiene que proporcionarles presas vivas como las que comerían en su hábitat

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Éste funciona en buena medida como un zoo, de modo que no solo tiene que sacar adelante a los animales en recuperación, sino que también tiene que proporcionarles presas vivas como las que comería en su hábitat. Para ello dispone, por ejemplo, de un ratario “en los que tenemos ratones vivos y otras presas, funcionamos, sí, como un zoo solo que sin visitas”.

Una técnica del centro alimenta a una de las aves. | // GUSTAVO SANTOS

Estas semanas empiezan los meses del año de más trabajo en el centro. “Los animales crían en primavera y a partir de ahora los ingresos se disparan”, señala el jefe del servicio de Patrimonio Natural. Es el momento en el que las crías se alejan del nido “y empiezan los problemas”.

Empiezan ahora los meses de más trabajo del año. Es el momento en el que las crías se alejan del nido “y empiezan los problemas”, indican los profesionales

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La “temporada alta” se prolongará hasta agosto o septiembre, y en otoño llegarán las lesiones de caza “por equivocaciones, nos llegan por ejemplo rapaces, a las que no se puede disparar, y también especies cinegéticas como algún zorro, porque aunque sea una especie que se caza también tiene derecho a ser rescatados, pero éstos nos llegan más bien por atropellos porque cuando les disparan los suelen matar”.

Búhos, águilas ratoneras, algún milano… El hospital recibe “muchas rapaces y gaviotas, también aves nocturnas, hay una gran variedad de aves; y pollos volantones, esos que la gente encuentra y los trae con la mejor voluntad, pero siempre recomendamos en esos casos no apresurarse y esperar tiempo, porque sus padres pueden volver a buscarlos, y si nos los traen aquí ya lo estamos condenando a una vida de cuidados”.

Un profesional muestra una salamandra. | // GUSTAVO SANTOS

Dado que constituyen la gran mayoría de pacientes, para la recuperación de estas aves el centro ha inaugurado recientemente un túnel de vuelo. Un azor reentrena estos días en este equipamiento y aún recuperándose de la lesión regala a los técnicos el espectáculo de ver cómo evoluciona uno de nuestros mejores cazadores alados.

El centro acaba de inaugurar un túnel de vuelo y una instalación con piscinas y zona de baño pensadas para las aves acuáticas

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También se incluyó en esta última reforma una nueva instalación con piscinas y zona de baño pensadas para las aves acuáticas. Son estanques con divisiones móviles, de modo que pueden ampliarse en función de las necesidades, y disponen de cubiertas con telas metálicas para evitar las fugas.

Los nuevos equipamientos vienen a sumarse a los trabajos que acometió la Xunta (que cuenta con un centro de recuperación de fauna salvaje por provincia) para adecuar el edificio existente para la recepción de los animales y la clínica veterinaria. También se construyó un segundo inmueble para la recuperación.

Un autillo en fase de recuperación. | // GUSTAVO SANTOS

Rara vez “entra un águila pescadora y pájaros que aparecen en barcos, como algún alcatraz, también alguna nutria o reptil”. Con todo, siempre hay excepciones y si hace memoria Pablo Caballero recuerda a un vecino al que incautaron dos caimanes. “El centro no dispone de instalaciones para cuidar a animales de ese tipo, se llevaron a un acuario de O Grove y finalmente creo que se donaron a un zoo del sur de la Península”, señala este profesional, uno de los que lamenta la tenencia de animales de especies exóticas, en la práctica totalidad de los casos condenadas a ser sacrificadas una vez que llegan al centro.

El 80% de los pacientes son aves, pero en una ocasión también incautaron dos caimanes en manos de un particular

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Y tras meses de alimentación diaria, motivación para volar o nadar, pinchazos y sustos (los humanos dan mucho miedo, seguramente contarían los pacientes si pudiesen hablar) llega el mejor momento. “Se los suele soltar en la misma zona que fueron encontrados, siempre que comprobemos que se trata de un hábitat adecuado para esa especie”, señala Pablo Caballero para referirse al que sin duda “es el instante más bonito: cuando ves que sale volando es la recompensa”. Larga vida a quienes trabajan por crear un mundo más noble y libre, también para las otras especies.

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