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XOsé Fortes BoUzán nn | Historiador

“Las Clarisas podían escoger cada año 20 hombres que no pagaban impuestos”

Para remontarse a una operación inmobilaria como la de Santa Clara “habría que pensar en la compra de la huerta de los Dominicos, que dio lugar a la Alameda y las Palmeras”

El historiador y militar Xosé Fortes Bouzán. | // GUSTAVO SANTOS

El historiador Xosé Fortes Bouzán, una de las grandes referencias en los estudios sobre la Boa Vila, es uno de los pontevedreses entusiasmados con el anuncio de la compra del convento de Santa Clara. “Es la noticia más importante de la corporación desde su llegada a la Alcaldía, no lo dude”, indica el experto, “como pontevedrés le doy al gobierno local la enhorabuena más efusiva. Soy consciente de que llevaría tiempo, porque la Iglesia es complicada y costarían las negociaciones, pero la decisión no puede ser más acertada”.

–¿Qué operaciones urbanísticas de calado semejante se han llevado a cabo en la historia de Pontevedra?

–Para remontarnos a algo semejante habría que pensar en la compra de la huerta de los Dominicos, que dio lugar a la Alameda y Palmeras ampliándola con fincas particulares; y a la compra de San Francisco, que terminó dando lugar a un urbanismo loco. Y ahora tenemos Santa Clara, las tres son de la misma dimensión, hasta el punto de que también son de la misma dimensión las fincas de estas tres operaciones, alrededor de los 12.000 metros tanto la de los Dominicos como la parte franciscana, entre 12.000 y 14.000 metros.

–¿Cómo sobrevivió este convento a la Desamortización?

–Fue porque en 1940 o 1841, con la Desamortización, se compró la huerta de San Francisco, la de Santo Domingo, que costó 60.000 reales de la época (un precio bastante parecido al de hoy Santa Clara), y Santa Clara no se subastó porque se dedicó a varias actividades sociales, entre ellas asilo. Y cuando pasó la ola desamortizadora, en 1860 o 1870, en la Restauración, volvieron las monjas. Es la razón por la que esta finca quedó sin subastar, si no no se explicaría porque San Francisco y Santo Domingo se subastaron en una puja pública y por qué Santa Clara no, fue por ese destino para actividades sociales.

Todo San Antoniño está sobrecargado y esto sería el espacio verde que le permitiría respirar. A mi esta compra me parece una noticia de primer orden, merecidamente portada de todos los periódicos, y un acierto de la corporación llevar a cabo esta operación

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–El alcalde incidió en que la compra es especialmente valiosa para un barrio colmatado…

–Santa Clara está pegada a un espacio arbolado y una gran plaza, como es Barcelos, lo que permitiría que San Antoniño -que en tiempos se llamó ciudad jardín porque allí estaba previsto que se construyesen chalés y que se urbanizó de una manera monstruosa- respirase. Todo San Antoniño está sobrecargado y esto sería el espacio verde que le permitiría respirar. A mi esta compra me parece una noticia de primer orden, merecidamente portada de todos los periódicos, y un acierto de la corporación llevar a cabo esta operación. Sin duda, habría que felicitarles: puede ser el pulmón, si se trata bien, para una zona asfixiada de volumen constructivo, porque cuando yo era niño a eso se le llamaba ciudad-jardín, que se destruyó todo con esa urbanización, y ahora hay la posibilidad de darle un respiro como se dio con la Alameda y las Palmeras. Convertir eso en un espacio público, adaptándolo adecuadamente (incluso abrir un concurso de ideas para ver cómo planificar el uso), me parece muy importante. Al Concello hay que darle la enhorabuena más efusiva.

–¿Qué supone un edificio fundacional como Santa Clara para la ciudad?

–Santa Clara supone el reflejo de un momento clave, es el reflejo de una ciudad que iba hacia adelante, que iba a ser cabeza de Galicia, no se explica de otro modo que las órdenes mendicantes, franciscanos, dominicos y clarisas, lleguen a la vez a Pontevedra y monten sus conventos. En ninguna ciudad llegan así las tres órdenes, en apenas 20 años creo que llegan, al final del XIII. En ese momento llegan, con muy poca diferencia en el tiempo, las tres y todas compran fincas de entre 10.000 y 15.000 metros y montan oratorios, después hacen el templo etc. Las tres son muy importantes en la ciudad, aunque Santa Clara menos porque es clausura y por tanto las clarisas siempre estaban más alejadas de la vida social, pero los otros eran predicadores y tuvieron un papel muy importante en la ciudad. En el caso de las clarisas era menos, estaban extramuros, camino del Ribeiro, que entraba por la puerta de Santa Clara.

El Concello tuvo pleitos con el convento por esa tendencia de las monjas a elegir como caballeros de Santa Clara a los más ricos, de forma que las arcas municipales no cobraban impuestos

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–¿Puede detallar el privilegio que tenían las monjas de Santa Clara?

–Es un privilegio de Alfonso XII (aunque estoy hablando de memoria) de que podían escoger 20 hombres de la ciudad, en teoría para hacerles recados, básicamente el servicio de traerles las rentas de los foros que ellas tenían por ahí. Como no podían salir, el rey les autorizó a que los hombres que trabajasen para ellas, hasta un número de 20, no pagasen impuestos. Y entonces todos los ricos de Pontevedra deseaban ser hombres de Santa Clara (hombres libres de pecho, que se llamaba) y así no pagaban impuestos. El Concello tuvo pleitos con el convento por esa tendencia de las monjas (sonríe) a elegir como caballeros de Santa Clara a los más ricos, de forma que las arcas municipales no cobraban impuestos. Fue una concesión real muy discutida por el Concello, hubo pleitos en cantidad por este tema.

–Así que unas evasoras de impuestos municipales…

–El que se apuntaba a Santa Clara, echaba una mano para algo, no pagaba impuestos, por lo tanto todos los ricos se decían, oye, mando un criado allí que les haga unos recados y me libro de pagar.

Las abadesas eran siempre de las mejores familias de la ciudad y de Galicia, porque había que tener una gran dote para entrar en Santa Clara. Algunas entraban con la criada, porque Santa Clara tenía un nivel de vida y de rentas importante

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–¿Cómo eran las abadesas?

–Siempre de las mejores familias de la ciudad y de Galicia, todas ellas oriundas de grandes familias porque había que tener una gran dote para entrar en Santa Clara. Algunas entraban con la criada, porque Santa Clara tenía un nivel de vida y de rentas importante, incluso tenía rentas en vino y hubo un tiempo en el que ellas también hacían algo de vino.

–¿Eran muy ricas?

–Lo eran, porque para entrar había que pagar una dote enorme, esa dote generaba rentas, pero es que cuando venía otra traía mas y cuando se iban muriendo ese patrimonio se quedaba, quedaban las rentas. Esas grandes dotes todas se fueron acumulando unas tras otras. Y después estaba lo de que Santa Clara daba prestigio e, incluso, que ayudaba con el buen tiempo. De ahí viene la costumbre aquella de llevar algo al convento, que finalmente eran huevos lo que se llevaba para (risas) eso de garantizarse un buen día para la boda, el bautizo o lo que fuera.

En la Edad Media las únicas mujeres libres fueron las abadesas, que tenían todo el poder... Algunas llegaron a mandar más que el cardenal

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–Tenían también una gran autonomía

–En la Edad Media las únicas mujeres libres fueron las abadesas, que tenían todo el poder, y luego las viudas; porque cuando eras hija y cuando eras esposa no eras nadie, solo cuando eras viuda eras algo. Y si eras abadesa eras Dios, porque mandaban como él. Hay abadesas francesas, famosas en la historia de Francia, que tenían más poder que el cardenal.

He estudiado a alguna en Allariz que tenía 500 litros de vino de renta y disponía de dos criadas y de una cocina

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–En Santa Clara vivían dos tipos de monjas, muchas de ellas en realidad sirvientas…

–Cuando hice el estudio para el Plan de Ordenación de Allariz estuve con las Clarisas, porque el convento de Santa Clara de Allariz es quizás el más famoso de Galicia; allí hay reinas enterradas, allí estaba la superélite de la élite que podía ser Pontevedra. Pues cada una tenía su cocina, no tenían refectorio, no comían juntas en un comedor; y entraban al convento con sus criadas y con sus respectivas rentas. He estudiado a alguna que tenía 500 litros de vino de renta, vamos (risas) que si quisiese podía beberse 3 litros al día, y disponía de dos criadas y de una cocina. Cada monja comía mejor o peor según su respectiva renta, no había plato común, como los franciscanos en un refectorio mientras se rezaba y todo eso, no, nada de eso, sino un individualismo tremendo. Hay que pensar que muchas infantas entraban allí con las dos o tres criadas que las atendían. Es un aspecto muy singular: la que no tenía dote no podía entrar, entraba de lega, que significaba ser sirvienta en realidad.

Vecinos que se oponían a la ampliación en A Leña, favorables a que Santa Clara sea la nueva sede del Museo


Más de 1.000 vecinos, técnicos y comerciantes firmaron una petición al alcalde, Miguel Fernández Lores, para que paralizase la ampliación del Museo en la plaza de A Leña. Expresaban así su opinión a un proyecto que implica excavar en pleno corazón del centro histórico para hacer crecer a la institución a partir de túneles que conecten sus edificios centrales.

Tras la compra (por el momento acuerdo verbal que dará paso a un proceso administrativo) por parte del Concello, el vicepresidente de la Diputación y responsable político del Museo, César Mosquera, ha señalado a Santa Clara como “una opción preferente” para ampliar el Museo. Varios de los opositores a la obra en A Leña coinciden con el responsable del Ejecutivo provincial en que “el convento es en si mismo un museo” y sería un gran complemento para la institución, propietaria de otro de los cenobios medievales de la ciudad, las Ruinas de Santo Domingo.

Entre los que coinciden en esta visión, el arquitecto Enrique Barreiro, que señala que “cada vecino firmó contra la ampliación en A Leña tendrá su propia opinión, en mi caso Santa Clara me parece una opción válida, positiva, que supone la recuperación de un bien y le va a dar otra vida a un espacio monumental importante en la ciudad”.

El profesional señala que “tanto ampliar el Museo con Santa Clara como hacerlo con el antiguo edificio de Hacienda, del que también se habló, me parecen opciones muy válidas”. Destaca que los responsables del Museo “tendrán que valorar ahora los espacios que necesitan, pero me parece que están bien encaminados”.

La opción de que el convento se convierta en la nueva sede del Museo “tiene todo el sentido”, indica Enrique Barreiro, “y también viabilidad. Cuando nosotros criticábamos el anterior proyecto defendíamos que no tenía ningún factor a su favor, pero éste sí, es una opción válida, muy coherente frente a otra desproporcionada”.

Para el gran depósito de fondos arqueológicos, el Museo estima que necesita entre 2.000 y 4.000 metros cuadrados. La práctica totalidad de los hallazgos de la provincia acaban en la institución, que se ve obligada a mantener ciertas piezas en manos de los concellos o incluso en talleres privados.

En estos momentos la institución cultural depende de los estudios históricos, arqueológicos y de posibilidades que se harán sobre Santa Clara para decidir si la suma como nueva sede. En cualquier caso, el alcalde dejó clara desde un primer momento la disposición favorable del Concello a negociar con la Diputación.

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