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Un Erasmus con cuarentenas y clases online

El COVID no ha impedido que los estudiantes del campus de Pontevedra vivan una de las experiencias más enriquecedoras

Andrea, a la derecha, con sus compañeras en Kiev.

En la el mundo universitario una expresión dice “Once Erasmus, always Erasmus”; que significa que la experiencia de estudiar durante un curso en otro país te cambia para siempre la perspectiva y es algo con lo que se vive el resto de la vida. La vida, en cierto modo, se paró hace un año. Pero el mundo sigue girando y por ello son muchos los estudiantes del campus de Pontevedra que se han armado de valor para vivir esta experiencia.

En concreto, 62 estudiantes del campus han participado en programas de movilidad, la mayoría a través de Erasmus y durante todo el curso. Una de las facultades donde más estudiantes prueban esta experiencia es Ciencias Sociais e da Comunicación, casi la mitad. Una de esas alumnas es Andrea González. A pocos meses de irse a Lituania aún no sabía qué iba a pasar con el curso y cuando llegó allí tuvo que guardar cuarentena dos semanas en un hotel. Allí se enteró de que las clases serían online y reconoce que se le cayó el mundo encima pensando que no conocería a nadie.

“Cuando llegué, la ciudad parecía un mundo sin virus. Todo estaba abierto, incluso las discotecas, no usaban mascarillas... Pero todo cambió en noviembre y hace una semana que empezaron a abrir los comercios”, explica. Pese a todo ha aprovechado la experiencia. “Pude viajar bastante estando muy pendiente de las restricciones de cada país y planificando todo a última hora”. Letonia, Estonia, Suecia, Polonia o Ucrania son algunos de los países que ha visitado. “Pese a ser una experiencia diferente vale la pena porque aprendes mucho a buscarte la vida en otro país”, cuenta animando a otros estudiantes a vivir la experiencia.

Andrea, a la derecha, con sus compañeras en Kiev. | // FARO

Un Erasmus interrumpido

La de Manuel Lucas ha sido una experiencia muy distinta. Este estudiante del último año de Comunicación Audiovisual, decidió irse a Oporto, aunque estuvo a punto de echarlo atrás después de ver cómo los estudiantes del pasado curso tuvieron que regresar a casa. “Estuve aquí el primer cuatrimestre y en Navidad volví a casa. Después ya no volví porque la situación en Portugal fue horrible, pidieron ayuda internacional. Como estoy haciendo el trabajo final aproveché esos meses. En ese tiempo tuve que venir a Portugal por el material de grabación de la universidad, aunque a veces me tuve que quedar en la frontera. Mucha gente en ese periodo ya no volvió y terminará el curso telemáticamente”, explica Lucas. Ahora ha regresado por las clases presenciales.

Es una experiencia distinta porque conoces a poca gente y no puedes hacer todo lo que te gustaría. Veo que hay movimiento de fiestas en pisos, pero yo no he encontrado término medio entre estar tranquilo con las restricciones y pasarlo un poco bien. Así que para mí lo más divertido es ir a clase y es lo que más valoro, a parte de eso, las cosas pequeñas que se pueden hacer en cualquier sitio”, añade. Pese a todo, este estudiante repetiría por la experiencia académica.

Adriana en Berlín.

También repetiría sin duda Adriana Aparicio, que estudia en Pontevedra Ciencias da Actividade Física e do Deporte, este año en República Checa. “Al principio el país estaba muy bien a nivel sanitario, pero ahora llevamos casi seis meses con todo cerrado”, explica alegrándose porque al menos ha “hecho piña” con los Erasmus de su residencia. El año ha sido algo difícil, incluso pasó allí el COVID y ha tenido que lidiar con las clases online. “Primero pude viajar bastante, pero luego nos encerramos para escaparnos más a la naturaleza. Aunque el estar juntos lo hace más ameno”, comenta. Así los fines de semana va a Praga, a una hora de sus ciudad, y tiene esperanza en volver a viajar en las próximas semanas. “Lo recomiendo porque es una oportunidad única y aunque sea un Erasmus diferente conoces otra cultura”, sentencia animando a la comunidad universitaria.

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