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Santiago López Petit nn | Químico y filósofo

“Ese discurso de la felicidad, del encontrarse, del pensamiento positivo, es tomar el pelo”

“¿Si no eres capaz de odiar tu propia vida, cómo vas a cambiarla?... Hay un odio liberador”

Conferencia on line de Santiago López Petit, que intervino en la SGF desde Barcelona. | // GUSTAVO SANTOS

Santiago López Petit era uno de los conferenciantes más esperados en la Semana Galega de Filosofía, que debate en cinco intensas jornadas sobre los retos de la civilización digital. Diez conferenciantes analizan desde el agotamiento de los recursos energéticos y naturales al control tecnológico por parte de los estados y las empresas o, como es el caso, a la deriva de nuestra propia vida entre tanto cacharro tecnológico.

–Propone usted una actualización del mito de la caverna platónica

–Una reactualización de una actualización del mito de la caverna. El mito de la caverna de Platón hoy se puede entender mucho mejor pensando no en la caverna como tal sino en el algoritmo en el que estamos metidos, por eso hablo del algoritmo de la vida.

–¿Cómo es hoy la vida en esta moderna caverna?

–Hoy la vida sería como la cara más visible del poder. La vida nos pasa lista cada día, jerarquiza, y un poco cuando hablo del algoritmo de la vida trato de transmitir la idea de que la vida se ha convertido en nuestra cárcel, verdaderamente en nuestra cárcel. Y solo nos queda gestionar la vida, esa cárcel, o, de alguna manera, desafiarla, y así sacarle a mordiscos la propia vida real.

–¿Qué ha supuesto la pandemia en todo este escenario?

–El confinamiento y en general la pandemia del coronavirus ha supuesto una suspensión del tiempo. Es como si se hubieran puesto entre paréntesis nuestras propias vidas y es entonces cuando nos damos cuenta de que estamos sujetos a este algoritmo de una vida que no vivimos, simplemente la gestionamos. Sobre todo en la primera etapa del confinamiento es como si nos viésemos por fin en el espejo: la precariedad de la propia vida y también la banalidad de la propia vida. Con lo terrible que ha sido el confinamiento, con lo terrible que ha sido, con las muertes que ha supuesto, planteaba una bifurcación: ¿Vamos a seguir aceptando continuamente esta situación? O ¿Podemos dar un giro para separarnos de este algoritmo de la vida y vivir, por una vez? Propongo el paso de ese algoritmo de la vida que nos somete y nos jerarquiza al querer vivir.

–¿Cómo podemos liberarnos del algoritmo y vivir nuestra vida real?

–Ésa es la cuestión. Y ante ella pienso que el primer camino, la primera cuestión, es no engañarse, no engañarse a uno mismo con eso de todo irá bien, es una oportunidad para cambiar y transformarse… Pues ahora estamos viendo que eran falsas esperanzas, no hace falta más que ver el trapicheo con las vacunas. Así que el primer punto sería ese, no engañarse, pensar que quizás en vez de una caverna es un túnel de Metro en el que estamos metidos.

La vida se ha convertido en nuestra cárcel, verdaderamente en nuestra cárcel. Y solo nos queda gestionar la vida, esa cárcel, o, de alguna manera, desafiarla, y así sacarle a mordiscos la propia vida real

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–No parece precisamente una alternativa sin dolor

–No lo es. De esta fuerza de dolor que nos atraviesa, porque es así a lo que nos lleva la precariedad y vulnerabilidad, esa fuerza de dolor hay que intentar cogerla con nuestras manos y dirigirla. Eso es salir de la caverna, salir de ser un terminal del algoritmo de la vida es desafiarla, desafiarla una y otra vez y mirarla directamente. Cuando uno solo en su casa se mira en el espejo y se pregunta ¿cuánta humillación voy a soportar? (porque hoy es lo que experimentan millones de personas al ir a trabajar, el pensamiento de cuánta humillación más van a soportar), cuando uno se hace esa pregunta empieza la posibilidad de salir de lo que yo llamo el vientre de la bestia. Pero si no te haces daño a ti mismo, si no te atraviesa ese dolor, no vas a cambiar.

–¿Me llama paranoica si opino que buena parte de la literatura de autoayuda, el pensamiento positivo etc, está blanqueando esta realidad que retrata?

–(sonríe) Le doy toda la razón, sí, absolutamente. Por eso hablaba de no engañarse, la mayor parte de los libros de autoayuda, y hay alguno que es respetable, plantean eso de si la felicidad, encontrarse a si mismo etc. Había un actor, pensador y artista francés que se preguntaba cómo voy a encontrarme a mi mismo si cada día me tengo que levantar a las 6 e la mañana para ir al trabajar. Ahora esa misma pregunta sería para ir a buscar un trabajo. Y sí, todo este discurso sobre la felicidad, encontrarse, pensamiento positivo, es una tomadura de pelo total que nos oculta la realidad, hace que no la veamos realmente. Y para liarla más todavía (risas): ¿si tu no eres capaz de odiar tu propia vida cómo la vas a cambiar?

–¿Odiar nuestra propia vida?

–Es que hay un tipo de odio que es liberador, que no es un odio alienante ni a uno mismo, que te lleva al suicidio. Hay un odio que es poner una línea y decir por aquí no paso. Frente a todo pensamiento positivo que, créame, no es paranoia suya.

–Decía el primer ponente de la Semana de Filosofía, Albino Prada, que no nos hace falta más inteligencia artificial sino inteligencia social y colectiva

–Está muy bien dicho. La inteligencia artificial, los algoritmos, son ciegos, solo saben hacer aquello para lo que se los ha programado. Las excepciones son incomprensibles para los algoritmos y la inteligencia artificial, que son útiles para muchas cosas pero absolutamente inútiles para otras. Le pongo un ejemplo: en 7 segundos en ciudades de China una cámara hace un reconocimiento facial e identificar a una persona, pero esa cámara no sabe nada más, no sabe que una persona no puede atravesar una pared, es ciega, no es inteligente. La inteligencia artificial solo vale para lo que vale y solo la inteligencia colectiva puede salvarnos. Lo que sucede es que en el capitalismo esta inteligencia colectiva está subsumida continuamente por el mercado y para el mercado, ése es el problema.

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