Con ciertas lagunas de conocimiento, comunes a nivel mundial, y mucha incertidumbre afrontaron los profesionales del Complexo Hospitalario de Pontevedra la pandemia del COVID-19. Unidos en la adversidad con un importante trabajo en equipo, lograron contener en la medida de sus posibilidades el avance de un virus que, desde marzo de 2020 hasta ahora se ha cobrado la vida de 158 personas.

–¿Qué recuerda del mes de marzo de 2020?

–Me parece que han pasado cinco años, no uno. Lo recordamos todo, pero ha sido un año muy largo. Del mes de marzo, sobre todo, que en Galicia lo vivíamos al principio como algo que estaba llegando, porque todos tenemos amigos y compañeros en Madrid y Barcelona que nos llamaban y nos contaban lo que estaban viviendo. Lo que nos transmitían es que estaban completamente desbordados y que nos enfrentábamos a algo que no habíamos vivido nunca. Que no tenían los conocimientos científicos para ni siquiera para tratar a los pacientes ni pruebas diagnósticas en la cantidad suficiente, ni equipos de protección en la cantidad suficiente. Estos compañeros siempre acababan con el mensaje de “preparaos, porque os va a llegar”.

"Me parece que han pasado cinco años, no uno"

–¿Llegaron a temer sufrir un desbordamiento como en la Comunidad de Madrid?

–No. La verdad es que nunca llegamos a sufrir algo así. El número de ingresos en marzo y hasta la segunda semana de abril subió rápidamente. Llegamos a tener cerca de 120 pacientes ingresados en total en Montecelo. Pero no sabíamos dónde iba a tener su techo ese ascenso. Solo teníamos la referencia de nuestros compañeros. Recuerdo perfectamente la semana del 8 de marzo, que en el servicio de Digestivo todos comentábamos cómo nos íbamos a preparar, en el sentido de seguir prestando asistencia a nuestros pacientes. Esa semana, por ejemplo, aprovechamos para hacer todas las endoscopias prioritarias porque éramos conscientes de que la semana siguiente tendríamos que cerrar prácticamente toda la actividad presencial.

–¿Sentían presión al saber que la ciudadanía confía en sus médicos?

–Sentíamos exactamente lo mismo que la ciudadanía porque al terminar nuestra jornada somos gente de la calle igual. Teníamos la visión sanitaria, pero también la sensación de que en nuestro trabajo nos sentíamos más expuestos que en otros ámbitos profesionales. Lo que vivimos peor fue la preocupación de cómo íbamos a seguir prestando asistencia a nuestros pacientes.

"Lo que vivimos peor fue la preocupación de cómo íbamos a seguir prestando asistencia a nuestros pacientes"

–¿Cómo se prepararon para la llegada del virus al área sanitaria?

–Imaginamos que a Galicia tardaría cinco o siete día en llegar lo más potente, así que nos dedicamos a trabajar mucho en los respectivos servicios, pero también a diseñar nuevos protocolos con la información de que disponíamos de cara a mejorar la seguridad. Prácticamente de un día a otro cambiamos toda la estructura de las consultas, para primar las telefónicas, que las salas de espera estuviesen lo más vacías posible… Fueron unas semanas frenéticas de mucho trabajo y también con mucha preocupación por compañeros y amigos que estaban en otras ciudades y cayeron enfermos sin saber qué les iba a pasar.

–Sin embargo, lo peor en el Hospital Montecelo llegó en esta tercera ola. Corrían el riesgo de que les cogiese con el agotamiento de todo un año...

–La segunda ola nunca llegó a desaparecer como para considerarla resuelta. Cuando en diciembre veíamos que estábamos en una fase de meseta, en la que los casos no bajaban y llegaba la Navidad, nos preparamos para lo peor. El agotamiento fue más a nivel de enfermería que médico, creo que no se habla lo suficiente del trabajo enorme de los equipos de enfermería, que son los que más horas pasan con los pacientes, con los EPI puestos horas y horas.

"El agotamiento fue más a nivel de enfermería que médico, creo que no se habla lo suficiente del trabajo enorme de los equipos de enfermería"

–Se ha pasado de 11 casos en UCI estancados en los últimos días a ocho. Sabemos que no hay que relajarse, ¿pero sí podemos empezar a ver el final?

–Yo no soy alarmista por naturaleza, pero eso no significa que no haya que ver las cosas y no dar malas noticias cuando las hay. Cuando las noticias son buenas también hay que darlas y la realidad es que la situación actual, afortunadamente, es mejor cada día que pasa, mejor que el día anterior. Estamos en una situación mucho mejor que hace una semana.

Tenemos ahora unidades que no funcionaban, como la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios, que también nos desahoga, clínica y mentalmente. Son pequeños avances que mejoran el pronóstico y eso nos produce satisfacción y nos ayuda a llevar el estrés y la fatiga. Otra cuestión positiva de la pandemia, si es que ha tenido alguna, es que se ha trabajado más que nunca en equipo. Hemos trabajado profesionales de distintas especialidades en el mismo despacho llevando una planta de 30 enfermos COVID. Ha supuesto una integración total dentro del hospital.

" Toda medida que sea de prudencia para la Semana Santa me parece perfecto"

No hay que tener miedo en decir que estamos mejor. Pero eso no significa que tengamos que relajar las medidas. Estar mejor significa que el riesgo de contraer el virus es más bajo, pero no es cero.

–Abrir en Semana Santa, ¿sería dar un paso atrás?

–Con la perspectiva actual, completamente. No sabemos qué va a pasar dentro de un mes. Es mejor pecar de exceso. Llegaremos en una situación mucho mejor, pero eso no significa que estemos fuera de peligro. Seguimos estando en riesgo y estamos avanzando con la vacunación, no tan rápido como quisiéramos, por la falta de vacunas, y eso va a hacer que no haya para esa fecha suficiente cobertura en la población. Toda medida que sea de prudencia para la Semana Santa me parece perfecto.