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“Cada cierre en hostelería lo sufren familias enteras”

Daniel Vidal, Manuel Rodríguez, José Campos, Sara Casal y Tere Buceta, cinco pontevedreses y trabajadores del sector hostelero. | // RAFA VÁZQUEZ

Cuando se habla de hostelería y de COVID los rostros visibles suelen ser los de los dueños o responsables de los bares, cafeterías, restaurantes, discotecas..., que ven peligrar sus negocios y medio de vida por culpa de la pandemia y unas decisiones políticas que, sin mucho rumbo fijo y no siempre acertadas, intentan frenarla.

Pero detrás de esas empresas, pequeñas o grandes, se encuentran miles de trabajadores, muchos de ellos ahora en ERTE o, en el peor de los casos, en paro. FARO ha querido darles voz como los grandes damnificados que son; familias enteras para las que la hostelería es su única fuente de ingresos y que van camino de cumplir un año de incertidumbre y miedo a nivel laboral.

Daniel Vidal, Tere Buceta, José Campos, Manuel Rodríguez y Sara Casal, cinco pontevedreses, dan voz a todo un colectivo de profesionales. “Hubieran querido venir muchísimos más, pero por las restricciones de movilidad y seguridad no han podido”, aseguran estos improvisados portavoces.

Situación económica.

La situación económica de los trabajadores de hostelería pasa por un momento muy grave. Dani Vidal (17 años de experiencia) está actualmente desempleado. “Estaba en ERTE y ahora en el paro. Iba a empezar justo a trabajar este domingo, pero con las nuevas restricciones se fastidió todo”, explica.

“Si no hubiese sido por la ayuda de familia y amigos, me hubiera sido imposible salir adelante porque de media he ingresado unos 300 euros cada mes a raíz de la pandemia. Viviendo de alquiler, ya te imaginarás...”, manifiesta.

José Campos (14 años de experiencia) está en ERTE. “Tuve que ir tirando de ahorros porque el mes pasado sí que entró el dinero del ERTE, pero este de enero no. En el SEPE me informaron de que hay un mes de retraso: en febrero nos ingresarán diciembre, en marzo el de enero... Mi media de ingresos desde que empezó la pandemia han sido 500 euros al mes tirando por lo alto”, resume.

Por su parte, Manuel Rodríguez (20 años experiencia) vuelve a estar en ERTE por las nuevas restricciones, ya que el local en el que trabaja desde hace 12 años permanece cerrado porque solo cuenta con dos mesas de terraza. “Estoy recibiendo una media de 800 euros al mes, pero desde noviembre, con estos cambios de los ERTE ni un duro. Intento estar en contacto con el SEPE pero no me cogen el teléfono”, se lamenta. “Ahora en casa entra un sueldo, el de mi pareja, con el que hay que pagar hipoteca de casa, préstamo del coche...”

Tere Buceta (20 años de experiencia) comenzó un ERTE durante el confinamiento de marzo y volvió a trabajar a mediados de julio. Otra vez ERTE, incorporación y ahora, en ERTE de nuevo. “En enero cobré el ERTE de noviembre, pero en febrero no sabemos si vamos a estar dos meses sin cobrarlo. Ha habido meses en los que cobré más que otros: 600, 120... Una media de 600 euros”, asegura.

Y en paro desde octubre está Sara Casal (11 años de experiencia), aunque la prestación se le termina ahora, época que se le hará muy cuesta arriba porque, obviamente, no es el mejor momento para encontrar trabajo en el sector.

Cierre de la hostelería.

Cada vez que los trabajadores del sector escuchan la frase “¡Que cierren la hostelería ya!” algo se remueve en su interior. “Lo que sientes es impotencia, tristeza. Es toda una vida dedicada a esto, por un sueño, porque me gusta, y ahora todo se va al garete”, confiesa Daniel Vidal, que, al igual que sus compañeros se siente más dolido cuando esta petición sale de boca de un ciudadano. “De los políticos ya es esperable, pero de la gente nos duele mucho”, afirma.

“Nosotros no somos el problema y las estadísticas están ahí”, añade.

José Campos incorpora otro sentimiento: “la frustración”. “Me molesta que se quejen de la hostelería continuamente cuando en otro tipo de negocios se incumple la normativa: transporte público, en el propio hospital, en comercios... Parece que con tal de quitarse el muerto de encima, toda la culpa es nuestra”, denuncia.

“Sí, sentimos impotencia, tristeza, rabia”, dice, por su parte, Manuel Rodríguez. “Sentimos que se nos está criminalizando. Es una injusticia”.

“El hecho de cerrar la hostelería, sobre todo al ocio nocturno, que también hay que acordarse de ellos, motiva que se produzcan reuniones familiares y de amigos en casas, donde se genera el mayor número de contagios y donde no hay ningún control”, asevera.

El mensaje de los profesionales del sector para aquellos que piden su cierre pasa por recordarles “que están siendo muy incoherentes”. Son palabras de Sara Casal: “Al final somos seres sociables y la gente va a querer hacerlo igual y es mejor hacerlo bajo unas normas y condiciones en un local controlado que en una casa donde no hay vigilancia”.

Pero, sobre todo, lo que detectan detrás de la frase que apela al cierre de la hostelería, es “una falta de empatía tremenda”. “Detrás de esa frase hay muchas personas que comen, que tienen que pagar facturas, letras, que tienen hijos, alquileres...”, advierte.

“Para nosotros que la hostelería reabra significa que nuestro sueldo está garantizado, porque de los ERTE no podemos vivir, porque no sabemos si van a tardar, si los vamos a cobrar. El sueldo de la empresa siempre lo tienes garantizado”, recuerda.

Además, siente que es injusta esta visión del sector “porque nosotros trabajamos esforzándonos en garantizar que la gente cumpla las medidas, pero no somos policías”.

La solución al problema.

Los cinco trabajadores de hostelería coinciden en que debería haber más controles, además de en otros sectores, para que se cumplan las medidas, también en lo referido a la movilidad.

“Nos consta que hay mucha gente que se está moviendo libremente entre municipios, pero se nos echa la culpa a nosotros, pero los datos hablan por sí solos”, aseguran.

“Si endurecen las normativas, que lo hagan para todos los sectores, no solo para nosotros”, recalcan.

“Nosotros somos conscientes de que hay una pandemia de salud, pero no hay que olvidar que también es económica. Hay sectores que han trabajado incluso más, pero no es nuestro caso”, subrayan.

En esta lucha, afortunadamente, trabajadores y empresarios están más unidos que nunca, porque a ambas partes les queda por delante una larga batalla de la mano para reivindicar justicia con un sector tan castigado.

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