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Campelo: un barrio fantasma en cuarentena

Con un elevado número de contagios y manzanas enteras confinadas, estos vecinos de Poio piden un cribado

Calle Pedro Soto Couselo, la principal que atraviesa Campelo, vacía ayer a hora punta. | // GUSTAVO SANTOS

Con decenas de afectados por el COVID ya diagnosticados y muchos otros que podrían estarlo pero ser asintomáticos, los vecinos de Campelo, en la parroquia de San Xoán de Poio, piden que se realice un cribado en la zona para que se frene la pandemia y ellos continuar, en la medida de lo posible, con sus vidas y cierta tranquilidad. En el conjunto del municipio hay 158 casos activos, tras registrarse en solo 24 horas casi una veintena más. Hay preocupación, y no es para menos. Solamente en el Colegio de Lourido hay siete niños positivos en Primaria.

Manzanas completas con positivos, que guardan cuarentena en sus domicilios, hacen que las principales calles, así como los caminos de desvío, se vean vacíos, lo que convierte a Campelo, a simple vista y en hora punta, en un barrio fantasma.

Loli López, del bar restaurante “Casa Otilio”, uno de los más conocidos del lugar y con más prestigio de todo Poio, guarda cuarentena muy cerca del negocio. Desde el balcón confirma a FARO que una de sus camareras dio positivo al coronavirus, “por lo que tuvimos que cerrar y confinarnos todos, aunque por ahora el resto hemos dado negativo”.

Reconoce que el pasado “ha sido un año tirado” por todas las restricciones a la hostelería, pero que también entiende que en un lugar tan pequeño como Campelo el virus se transmita muy rápido. En este sentido, afirma estar “totalmente de acuerdo en que se haga un cribado aquí”.

Y es que hay familias con numerosos miembros afectados por el virus. Es el caso de la de Jacobo Paleo, que tiene, al menos ocho parientes afectados.

“Yo lo que creo es que tenían que haber cerrado los municipios, porque esto no tenía por qué estar así”, se lamenta mientras da un paseo con su pareja, Laura Capa, por un centro de Campelo totalmente vacío.

“Todo esto es el resultado de haber abierto en verano, Navidad y ahora, por lo visto, ya están pensando en la Semana Santa”, dice sorprendido por las decisiones políticas.

En la Farmacia del barrio se venden los test de coronavirus, pero, tal y como reconocen, casi no se venden, “porque no son baratos y se necesita receta médica”. Rondan los 26 euros.

Este establecimiento es uno de los pocos que registra movimiento durante todo el día. Los que compran medicación para el COVID son familiares y amigos de enfermos. En sus bolsas predomina en ibuprofeno y el paracetamol.

La compra a casa

Se han incrementado las compras por teléfono o por internet, pero también en otros sectores como el de la alimentación.

Para Cristian Balboa, propietario de la “Carnicería Cacharrás”, este endurecimiento de la pandemia ha supuesto un giro a su negocio. Para empezar, hace turnos con su compañero de trabajo para no coincidir nunca físicamente juntos y evitar, si en sus manos está, el cierre en el caso de que uno de ellos enferme.

“El fin de semana pasado tuvimos tanto reparto a domicilio como venta al público en tienda, un 50% muy repartido”, afirma.

Muchos son clientes que se encuentran enfermos o en cuarentena, pero otros son personas de riesgo que prefieren no salir de casa mientras la situación no mejore.

El marisqueo, en peligro

Uno de los sectores que peligra es el del marisqueo. Con buena parte de los profesionales contagiados, se ha solicitado a la Xunta un cribado, tal y como confirma Iago Tomé, presidente de la lonja de Campelo, que ayer paralizó su actividad.

En su propia familia él mismo está contagiado, así como su hija menor. El resto de familiares ya presentan síntomas.

Campelo: un barrio fantasma en cuarentena | G.SANTOS

Familia Tomé | Afectados por el COVID

“Por ahora somos cinco casos confirmados en la familia”

Iago Tomé, presidente de la lonja de Campelo, su esposa y sus cuatro hijos están aislados en casa. Son una de las muchas familias afectadas por el COVID. Hay cinco positivos confirmados en su caso: él, la niña pequeña, la abuela, una hermana y una sobrina. Además, todo apunta a que pronto sumarán más enfermos porque ya manifiestan síntomas compatibles con el coronavirus. “Es como un catarro en mi caso, con tos, molestias en los riñones, pérdida de olfato y gusto...”, explica Tomé. Afortunadamente, al vivir en una casa, se les hace más llevadero.

Campelo: un barrio fantasma en cuarentena | G.SANTOS

Marta Pazos | Familiar de positivos

“Les llevo comida y medicinas y se las dejo en las escaleras”

Marta Pazos sale de la Farmacia de Campelo cargada con bolsas de medicamentos para su familia. Su hermana, marido y sobrina han dado positivo en COVID y alguien debe hacerse cargo de llevarles las medicinas a casa. “Pues mira, aquí llevo, básicamente, paracetamol e ibuprofeno, porque ya hay tres positivos en la familia y están esperando otros dos miembros más por las pruebas”, asegura. “Les llevo la comida y medicación y se las dejo en las escaleras”, indica la mujer, que, por su parte, se mantiene libre de coronavirus.

Campelo: un barrio fantasma en cuarentena | G.SANTOS

Clara Carballa |  Confinada por prevención

“Estamos autoconfinados para evitar contagiarnos”

Clara Carballa y su marido se han autoconfinado preventivamente en Campelo por decisión propia. Hacen muy poca vida en el exterior de casa porque él es un paciente de riesgo y no quieren jugársela. Reciben la compra a domicilio. Mientras habla con FARO recibe la carne que ha encargado a una carnicería a pocos metros, “Cacharrás”. “Tenemos miedo y ya no entra nadie en casa; salimos a la huerta a tomar el aire, pero no hacemos ya nada de vida normal”, resume la mujer.

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