Tres niños que tuvieron que sufrir a un supuesto depredador sexual en el seno de la familia. Al menos es lo que se desprende del terrible escrito de acusación presentado por la Fiscalía de Pontevedra contra un pontevedrés para el que pide una dura condena de 53 años de cárcel. Dos niñas y un niño, sobrinos suyos, fueron las víctimas de estos hechos que, según el Ministerio Público, dejaron graves secuelas físicas y psiquiátricas en dos de los menores, dos niñas, secuelas de las que todavía no han sido capaces de recuperarse.

Este hombre, que además actuaba como voluntario en actividades relacionadas con menores, se sienta el próximo jueves en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial acusado de agresión sexual continuada a las dos menores y de una agresión sexual al niño. Pero además le acusa de dos delitos de lesiones psíquicas por las graves secuelas que padecen las menores y que incluso llevó a una de ellas a autolesionarse. Recuerdos intrusivos, ataques de angustia, pesadillas, aislamiento, dificultad para las relaciones personales..., son solo algunas de las consecuencias de aquellos hechos en una de las víctimas y que detalla el Ministerio Público en su escrito.

Según la Fiscalía, los abusos comenzaron en 1999 con la primera de sus sobrinas. La niña tenía solo seis años y las agresiones sexuales se prolongaron hasta cuando ella tenía once.

Las agresiones sexuales se producían en la casa de los abuelos de la menor, situada en el partido judicial de Pontevedra, en donde el acusado vivía con sus padres y otro hermano (tío de la víctima). Señala el escrito de acusación que “prácticamente a diario” el acusado llevaba a la niña a su habitación por la fuerza y “valiéndose de su fuerza superior y de su condición familiar” la tocaba y la obligaba a mantener relaciones sexuales, mostrándole películas pornográficas y otras vejaciones.

Aproximadamente en el año 2005 fue otra sobrina suya la que padeció una situación similar. También cuando acudía a casa de su abuela en donde se encontraba al acusado. Igualmente valiéndose de su mayor fuerza y de su condición familiar la llevaba a su habitación y, para que la menor no hiciese oposición, le tapaba la boca y la nariz sin dejarla respirar hasta que accedía “a hacer o dejarse hacer lo que él quería”, dice la Fiscalía. “Esto sucedía prácticamente todos los días hasta que la menor dejó de acudir diariamente a casa de su abuela, más el procesado continuaba con su conducta antes narrada los fines de semana hasta que (la menor) cumplió los nueve años, edad con la que ella ya fue capaz de evitarlo, si bien el procesado trataba de colocarse a su lado en las comidas familiares” para realizarle tocamientos en los genitales por debajo de la mesa.

Un varón, su tercera víctima

La tercera víctima fue un sobrino, en este caso varón. Ocurrió en 2006 cuando el menor tenía 7 años y estaba durmiendo en una de las habitaciones de la misma casa. El procesado supuestamente entró en la habitación desnudo de cintura para abajo y le obligó a practicarle una felación. El niño gritó y el acusado salió corriendo de la estancia, siempre según el relato del Ministerio Público.

La Fiscalía reclama para el acusado 15 años por cada una de las agresiones sexuales continuadas a sus dos sobrinas, 13 por la de su sobrino y cinco por los delitos de lesiones psíquicas. En total 53 años de cárcel además de alejamiento de cinco años una vez que haya salido de prisión y su inhabilitación para cualquier oficio relacionado con menores de edad.