Seguimos caminando hasta alcanzar la zona de Porteliña, en la falda del monte de Sidras, al borde mismo de este camino romano de Marín a Cangas, cerca de un centenar de metros sobre el nivel del mar y desde donde se contempla un maravilloso panorama sobre nuestra ría, encima mismo de la playa de Mogor, y bajo la sombra de espesos pinares, nos encontramos con la ermita de” Nuestra Señora das Sete Espadas”, consagrada a la Virgen de los Dolores, cuya festividad se celebra el 25 de julio, dando lugar a una concurrida romería que se prolonga hasta el día siguiente con la de Santa Ana, de gran fama en toda la comarca. Aunque en el archivo parroquial no constan datos sobre la fundación ni el origen de esta capilla, puede afirmarse que se trata de una ermita sin elementos arquitectónicos dignos de destacar, es de reducidas dimensiones y ofrece la particularidad de presentar en su entrada un cobertizo a manera de pórtico, rematada en una espadaña a manera de campanario. Su construcción no se remonta, sin duda, mas allá del siglo XVIII, y parece haber obedecido a la promesa o voto de algún vecino piadoso.

Bajo dicho pórtico de entrada, sobre un basamento de piedra de dos cuerpos, se levanta a la izquierda de la puerta, un crucero de tosca factura, suya cruz tiene en su anverso la figura del Crucificado, y al reverso la imagen de la Virgen de los Dolores, sin que figure inscripción, ni fecha alguna. Se advierte una semejanza con el anteriormente descrito crucero de “Barciela”, y dada su proximidad parece sugerir que corresponde a la misma época y aun al mismo autor.

Bajando hacia la playa de Mogor, y a la vera del vial de Playas, junto a la barriada de Pescadores, nos encontramos con el “Laberinto de Mogor”, que, debido a la extracción de piedra, realizada durante años por los canteros, han destrozado numerosas lajas de piedra sobre las que había grabados numerosos dibujos cuya interpretación ha ocupado a arqueólogos e investigadores nacionales y extranjeros.

Decía el marinense José Torres que “en 1925 tuvo ocasión de conocer detalladamente estas insculturas rupestres para obtener diversas fotografías, que fueron divulgadas en numerosas ocasiones, que, dado su estado, en numerosas ocasiones llamó la atención de las autoridades locales y provinciales para que dispusieran algún modo de protección contra los repetidos actos de violencia de que eran objeto por parte de personas que ignoraban su significación e interés, todas sin resultado alguno”.

Estudiados por el Dr. Sobrino Buhigas en su “Codex Pêtrogliphorum Galleciae”, y después por otros diversos investigadores, uno de ellos, sin duda bel de mayor significación arqueológica, es el que se conoce con el nombre de “Laberinto de Mogor”. Fue identificado en 1907 por el Sr. Fernández Gil, como un dibujo análogo al que figura en las monedas de Cnosos y está formado por una serie de círculos concéntricos a manera de laberíntico itinerario de difícil recorrido. Lo relaciona con el mito del héroe Teseo dando muerte al Minotauro, monstruo que habitaba en el palacio de Minos, rey de Grecia, gracias a la ayuda de su hija, Ariadna, que le proporcionó un hilo con lo que héroe pudo encontrar la salida de las intrincadas galerías del palacio sin perderse.

El P. Flórez, sostiene que la existencia de los laberintos grabados sobre piedras, análogos a los que figuran en las monedas de antiguas ciudades, significan fundaciones de colonias. En este caso sería ésta un testimonio de haberse establecido en nuestra ría una colonia de las navegaciones cretenses por el noroeste de Europa en los tiempos finales del neolítico o principios de la Edad del Cobre, sobre 2.000 a.C. Por su parte el Dr. Periot, señala que otros petroglifos análogos al de Mogor, se encuentran también en la Bretaña francesa, en Islandia y en América del Norte, planteando la hipótesis de un ciclo de cultura atlántica común, que, tomando como centro a Galicia, se extendía, en muy remotos tiempos, hasta la misma costa de Canadá.

También el ilustre arqueólogo gallego Dr. Carballo, el auténtico descubridor de la composición química de las pinturas de las Cuevas de Altamira, sostiene la tesis de que estas insculturas sean obra de los celtas y se refieren al culto que tributaban a los muertos, constituyendo el mejor testimonio de la cultura de losa túmulos, característica de aquellos tiempos. Ferro Couselo, adopta una interpretación verdaderamente revolucionaria, dando al traste con la pretendida antigüedad, al sostener la teoría anti arqueológica, que rechaza la fantasía con que dice, ha sido aplicada a un hecho no fácilmente explicado, y afirma que los petroglifos no son sino “marcas de término”, referidas a posibles delimitaciones comarcales y pertenecientes, por tanto, a tiempos históricos más próximos a nosotros. Por último, el catedrático Blanco Freijeiro, relaciona el Laberinto de Mogor, con un dibujo hallado en Tagliatulo (Bacciani, Italia), en el que aparece, entre otras representaciones, la de dos jinetes en medio de los cuales, figura un laberinto similar al de Mogor, Entiende que dicha representación alude al “Ludus Troianae” a ejercicio de caballería, que se realizaba en ocasión de las grandes solemnidades, sirviendo en este caso, de esquema o pauta de los movimientos que realizaban los jinetes, de tal manera que su complicado trazado estaba destinado a crear un efecto mágico.

Hoy en día, están mejor atendido, a existe un aula con información, para mejor comprender este “Laberinto de Mogor. Pero falta una protección real, como podría ser un vallado del perímetro total.