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El bum de los ravacholitos

Un emprendedor que tuvo que aplazar la apertura de su heladería por el COVID-19, éxito gastronómico de la Navidad | Son minicruasanes artesanos que elabora con su particular receta

El heladero artesano Rubén Rodríguez prepara sus ravacholitos, que pueden saborearse en seis variedades. | // RAFA VÁZQUEZ

“Muchos, me quedo corto con 6.000 porque con seguridad son cientos más”. Rubén Rodríguez, al frente de la heladería Stromboli, reconoce su sorpresa por el gran éxito de sus ravacholitos, minicruasanes artesanales que se han convertido en el bum de las últimas semanas, hasta el punto de que se siente incapaz de calcular cuántos ha vendido.

Los confites rinden homenaje a la ciudad por partida doble: satisfacen su vocación por el dulce (entre el comercio local han brillado tradicionalmente por derecho propio las pastelerías) y evocan a uno de sus vecinos más famosos, Ravachol. La heladería está situada en la calle Michelena , “el mismo emplazamiento que tuvo en su día la botica de Perfecto Feijóo, en la que vivía el loro, y a unos metros de la escultura” que lo recuerda en la plaza de A Peregrina, señala Rubén Rodríguez.

El heladero no lo tenía fácil. Había previsto inaugurar el pasado marzo, tras semanas de preparativos, permisos y trabajos de reforma del local, y “no contaba con que llegase el confinamiento”, bromea sobre el difícil momento de tener que suspender la apertura a una semana de la fecha.

Finalmente levantó la verja el 15 de mayo, “cuando se pudo”, cuenta, y en un intervalo entre clientes reconoce que desde hace un tiempo “no doy hecho” con los pedidos de los ravacholitos. Se trata de confites típicos (igual que los manolitos que se reparten en otros puntos de España) que el heladero adapta con su particular receta.

Entre los ingredientes, la base de masa de pan, mantequilla, almíbar y distintos tipos de chocolates, con los que propone hasta 6 variantes de ravacholitos. Según los clientes, los preferidos son de chocolate (blanco, con leche, etc.) o más sencillos, pero todos salen del horno tras una larga preparación.

En el obrador del heladero se lleva a cabo el fermentado “o el rallado del chocolate uno a uno”, explica sobre un proceso de elaboración que se prolonga “más de una hora, lleva tiempo porque es muy laborioso; por eso tengo que decir que no cuando un cliente llega a última hora y me pide que haga unos pocos”. Es un antojo frecuente, reconoce, entre los que pasan por la tarde de camino a casa.

Según la hora, habrá que esperar por los ravacholitos hasta el día siguiente. “Se convirtió en un bum esta Navidad y lo normal es que a las siete casi todo esté acabado”, explica el artesano, que ha incrementado las horas de trabajo “a vez si me llega para todo un día”, ya que reconoce que “me da rabia perder de vender” cuando los clientes le piden al final de la jornada nuevas remesas que no puede atender.

Es una recompensa agridulce por el trabajo. “La gente piensa que se hacen en un momento y no, lleva tiempo, por eso el resultado final y el sabor es otro”, señala convencido de que, al igual que con sus helados, el secreto de los ravacholitos son los materiales y el esfuerzo.

La suya es una heladería artesanal, una de las dos únicas de Galicia que utiliza a diario leche fresca ecológica para sus productos. Cacao natural o pistacho puro son otros de los ingredientes gourmet que emplea en sus preparaciones, con las que debutó este verano y por las que los clientes hicieron cola.

“Sé que estos meses pudieron ser mejores”, señala a propósito de este inicio lleno de imprevistos, “pero no me puedo quejar porque he tenido mucha aceptación”. Echa en falta que “si hubiese sido un año como el que se esperaba, con mucho más turismo y la semana grande de las fiestas, que mueve muchísimo en verano, habría sido otra cosa. Son ventas que se pierden, claro, pero dentro de las circunstancias no me puedo quejar”.

Al llegar el invierno la demanda de helados casi desaparece “y ahora en invierno quise hacer esta nueva apuesta”, señala sobre los ravacholitos. No esperaba tanto éxito, pero es lo que más le satisface: “la gran aceptación”, señala, “que a la gente le gusten tanto y que valoren que apuesto por la calidad, la materia prima y el respeto”.

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