La aparición de dos cuadros procedentes del expolio nazi en el Museo de Pontevedra da un nuevo giro y, además del estado polaco, ahora los reclaman los descendientes del que la Diputación señala como “primer propietario, el príncipe Wladislaw Czartoryski, dueño del Castillo de Goluchów donde se produjo originalmente el saqueo alemán”.
El vicepresidente de la Diputación, César Mosquera, confirmó que el Museo recibió “la pasada semana” una carta de los representantes de la familia heredera “actuando en nombre de cuatro personas” y señala al príncipe Adam Karol Czartoryski, la condesa Maria Helena Zamoyska, el conde Zdzislaw Zamoyski y el conde Adam Zamoyski, “que aseguran ser legítimos propietarios”, explica.
Cuatro herederos, encabezados por el príncipe Czartoryski, reclaman el díptico
El responsable del Ejecutivo provincial destacó que el Museo devolverá las piezas a quien lo indique finalmente el Ministerio de Cultura, el organismo con competencias “para gestionar este tipo de asuntos a nivel estatal”.
La familia que afirma ser heredera legal de las obras reconoce que la colección recuperada del castillo (un grandioso legado con obras de Leonardo, Rafael o Rembrandt) “pasó en su momento al Estado polaco”, si bien las dos piezas localizadas en la institución cultural pontevedresa “no estaban incluidas en la relación de venta, por lo que a su entender, deben de ser entregadas de modo directo a los herederos”.
Las obras han sido tasadas inicialmente en unos 23.000 euros, un cómputo que se basa en el pago total, por más de 300 obras, que realizó el museo por la totalidad de la Colección Fernández López, a la que pertenecían las obras. Se trata de un díptico de la Dolorosa y el Ecce Homo del pintor Dieric Bouts (Haarlem, 1410/1420 - Lovaina, 1475) fechadas entre 1420 y 1475.
Inicialmente han sido tasadas en unos 23.000 euros cada una
La impresión inicial de los expertizadores es que se trata “de las mismas obras” que fueron expoliadas de la gran Colección Czartoryski, una de las más importantes del mundo y que fue saqueada tras la invasión alemana de Polonia en septiembre de 1939. Tras su salida de Varsovia en los años cuarenta, el díptico reapareció en el mercado español tres décadas más tarde y fue adquirido por Fernández López en una galería de Madrid o Barcelona, de las que era cliente habitual en esos momentos.
César Mosquera explicó que tras la recepción de la carta el asunto se derivó a los servicios jurídicos de la Diputación y al Ministerio de Cultura. Considera que el de la familia “es un recurso que parece difícil que prospere”. Recordó a renglón seguido que según los convenios internacionales sobre arte expoliado en la II Guerra Mundial las piezas se van a devolver muy probablemente al Gobierno polaco para que éste, después, se arregle con la familia”. El responsable político del Museo recordó el código deontológico de estas instituciones culturales del ICOM (Consejo Internacional de Museos).