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Ricardo Rodríguez | Médico de la Unidad de Patología Infecciosa del CHOP

“El 95% de nuestros pacientes en consulta son de VIH, tenemos 520 en tratamiento”

“Hay que recordar que los enfermos no COVID siguen llegando a los hospitales”, afirma

Ricardo Rodríguez Leal en un despacho de la UPI en el Hospital Provincial. Rafa Vázquez

Más de la mitad de los diagnósticos de VIH son tardíos, lo que favorece la transmisión del virus. Frenar esta tendencia es uno de los objetivos que se ha fijado la Unidad de Patología Infecciosa del CHOP, dependiente del servicio de Medicina Interna. La gran mayoría de sus pacientes en consulta son portadores, pero cada vez más proliferan infectados de enfermedades de transmisión sexual, sobre todo personas jóvenes.

– ¿Qué es exactamente la UPI? ¿Qué papel juega en la lucha contra la pandemia del COVID?

– Es la Unidad de Patología Infecciosa, UPI, que pertenece al servicio de Medicina Interna. El COVID, desde el principio, contó con una atención especial y fue repartido entre Neumología y Medicina Interna. Se trata en Montecelo porque, además, es donde están las camas de aislamiento. Además de facultativos de estos dos servicios, se están sumando los de otros a medida que las necesidades lo requieren. En la primera oleada había pocos pacientes y poca infección, por lo que con pocos facultativos era suficiente. En esta segunda ha habido que cambiar el planteamiento. Es algo variable, porque incluso los profesionales se contagian y tienen que confinarse. Hay médicos de otros servicios, como Digestivo o Cardiología, que completan el cuadro de profesionales que tienen que estar ahí dando el callo.

– La pandemia habrá multiplicado entonces el trabajo en la unidad…

– La pandemia ha multiplicado el trabajo en la unidad y en el resto del servicio de Medicina Interna. De por sí, esta pandemia necesita muchos recursos humanos, pero hay que recordar que los pacientes de Medicina Interna siguen llegando al hospital, con otras enfermedades que no tienen que ver con el COVID, que ha supuesto un esfuerzo añadido para todos nosotros.

– Olvidando por un momento al coronavirus, ¿cuáles son las patologías más frecuentes que se tratan en la UPI?

– La UPI tiene, básicamente, dos ámbitos. Uno es el ámbito hospitalario, en el que atendemos a enfermos que ingresan con infecciones serias, graves, así como pacientes de otros servicios que presentan infecciones, como los operados de Traumatología o Cirugía, que en el postoperatorio presentan cuadros febriles, muchas veces por prótesis que se colocan o porque desarrollan una neumonía durante su ingreso. Son pacientes también complicados de la unidad de reanimación, que necesitan muchos antibióticos. El otro ámbito es, de cara al exterior, la consulta con los pacientes. Es, básicamente, de pacientes VIH. Entre el 90 y el 95 por ciento de estos pacientes están en tratamiento por infección de VIH, son alrededor de 500 pacientes los que están recogiendo su medicación todos los meses. Por ejemplo, en noviembre fueron 520. La cifra varía porque a veces están en otras provincias.

– ¿Con qué frecuencia acuden a consulta?

– Son pacientes que, en su mayoría, están estables y que solemos ver cada seis meses. Cuando hay algo que controlar, esa frecuencia de consulta es mayor.

– ¿Son considerados pacientes de riesgo en esta pandemia?

– Tampoco es que tengan un excesivo riesgo porque lo bueno que tiene hoy día la infección por VIH es que son pacientes que están muy bien controlados. Casi todos están con la carga viral indetectable. Esto quiere decir que el virus, aunque lo tienen en su organismo, no se detecta en la sangre. No son infectantes. Si no tienen los linfocitos CD4, las defensas, muy bajos no tienen mucho más riesgo que la población general. Son pacientes que tienen más patologías, ya que aunque puedan hacer una vida normal tienen otras comorbilidades: diabetes, problemas cardíacos, respiratorios... lo que los hace más frágiles que pacientes de su edad que no tienen el VIH. En general, están muy controlados.

¿Cuántos pacientes nuevos de VIH se han registrado este año?

– Pues hasta el 1 de diciembre fueron 12, los mismos que el año pasado. La cifra se mantiene estable.

– Una buena noticia...

– Claro, pero lo más importante en esto es la idea de la prevención. Sobre todo que los jóvenes y las personas vulnerables tengan información al respecto. Tienen que saber cuáles son las vías de transmisión, qué cuidados tienen que tener... que hay unos métodos para prevenir la infección. Otra cosa muy importante, y en la que los que trabajamos en esto estamos empeñados, es el diagnóstico precoz.

– ¿Es frecuente lograrlo?

– Estamos preocupados porque el diagnóstico tardío ronda, e incluso supera, el 50 por ciento de los casos en nuevos diagnósticos.

– ¿Qué consecuencias tiene?

– Que la enfermedad está más avanzada y hay menos defensas en el momento del diagnóstico. Se considera que es un diagnóstico tardío cuando esos linfocitos CD4 son menores de 350 por mililitro. En ese momento el sistema inmune ya está bastante tocado. Entonces empiezan a aparecer otras infecciones oportunistas, hay más facilidad para que surjan tumores y cuesta más recuperar a ese sistema inmunológico. Por supuesto, está la cuestión de que cuanto antes diagnostiquemos, antes evitamos que se contagien otras personas.

– ¿Cuál es el perfil del nuevo contagiado?

– Es un hombre de 25 a 40 años y homosexual. Este es el perfil más frecuente. Y es importante destacar que en la mayor parte de los casos están asintomáticos, de ahí la urgencia de localizarlos.

– ¿Cuál es el objetivo en este sentido?

– El objetivo que establece la ONU-Sida, del 90-90-90. Es decir, diagnosticar al 90 por ciento de los pacientes; de estos, que el 90 por ciento esté tratado, y, por último, que de los tratados al 90 por ciento los consigamos mantener con la carga viral indetectable. Queremos disminuir los diagnósticos tardíos y la incidencia de las otras infecciones de transmisión sexual.

“Aumentan los casos de gonorrea, clamidia, sífilis... en gente joven por prácticas sexuales de riesgo”

– ¿Qué ocurre con enfermedades como la tuberculosis, paperas...? ¿Desde dónde se controlan?

– La UPI tiene otra unidad que es la de tuberculosis, la UTB, que tiene al frente al doctor Luis Anibarro, un súper especialista en esto. En cuanto a las enfermedades de transmisión sexual, también se ven desde la UPI.

– ¿Cuáles son las más frecuentes actualmente?

– Son las de siempre. La gonorrea, producida por el gonococo, que ha tenido cierta tendencia al aumento en los últimos años; la clamidia; el virus del papiloma humano; la sífilis, que en algunos colectivos está aumentando mucho su incidencias; todas las hepatitis, A, B y C...

– ¿En quiénes se detecta ese incremento en las enfermedades sexuales?

– Sobre todo en gente joven y asociadas a prácticas sexuales de riesgo.

– Como ocurre con el VIH...

– Sí, porque las enfermedades de transmisión sexual van ligadas al VIH, que favorece que se transmitan otras enfermedades infecciosas. Y al revés también ocurre.

– ¿Y las enfermedades propias de la infancia? Varicela, paperas...

– A esas no solemos verlas. Se tratan en la Atención Primaria. A nosotros nos llegan algunas de las complicaciones que estas infecciones pueden traer, como neumonías, pancreatitis, encefalitis... son casos poco frecuentes.

– ¿De qué modo ha afectado la pandemia al tratamiento de todas las enfermedades que no son el COVID?

– Se tuvieron que interrumpir muchas consultas y dejamos de tener contacto habitual con los pacientes y se limitaron al teléfono. También es cierto que hubo cosas positivas: hemos conseguido a través del servicio de Farmacia, que la dispensación de medicación, normalmente presencial en el hospital, se llevara al domicilio en muchos casos.

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