El aula Cemit de Poio, situada en la Escola do Campo de Combarro, mantuvo durante el año que está a punto de finalizar un nivel de actividad muy similar al de ejercicios anteriores. A pesar de tener que cerrar sus puertas durante prácticamente tres meses, a causa del confinamiento decretado en el principio de la pandemia de la COVID-19, el saldo final enrojece un resultado muy positivo, tanto en el que se refiere en la cantidad de clases y ciclos impartidos como en el número de usuarios que utilizaron este servicio, dependiente de la Xunta de Galicia y que tiene como objetivo garantizar el acceso por parte de la ciudadanía a las nuevas tecnologías, tratando de reducir la brecha digital en la sociedad.

El responsable del aula poiense, Óscar Freire, explica que durante los nueve meses que estuvo operativo el aula, se desarrollaron un total de 70 iniciativas, correspondientes a 67 ciclos formativos y tres talleres de empleo. El total de horas de formación ascendió a 540, lo que hace una media de 60 horas mensuales, si no se tiene en cuenta el cierre durante el estado de alarma; período durante el cual se mantuvo un servicio telemático para asesorar y resolver dudas.

Un total de 442 personas de diferentes edades tomaron parte en estas actividades, lo que supone una cifra muy similar con respecto a otros años. “Esto lo que muestra es la importancia que está adquiriendo la formación en los tiempos actuales”, señala Freire, que hace hincapié en el “gran esfuerzo” que fue necesario realizar para recuperar el tiempo perdido por el confinamiento. Una vez retomada la actividad, el aula Cemit se adaptó a las exigencias decretadas por las autoridades sanitarias.