El sector del mar está siendo una víctima colateral del cerrojazo que afecta a la hostelería y la restauración. La caída de precios en las lonjas, en los mercados y en las plazas de abastos debido a la escasa demanda es una tónica de los últimos días en productos como la centolla y otros pescados.

Tras una semana de parón al no permitir las mareas bajar a las playas, el marisqueo a pie en la ría de Pontevedra volvía ayer a la actividad con la incertidumbre de qué rendimiento sacarían a su trabajo ante el cierre del sector hostelero. Y, por el momento, esta primera jornada de trabajo no ha sido mala. Al menos si nos atenemos a los precios que se pagaron ayer en la subasta de la lonja de Campelo. “Las cotizaciones fueron más o menos las mismas que teníamos la semana pasada antes del cierre de la hostelería”, explica el patrón mayor de la Cofradía de Pontevedra, César Rodríguez. “En esta primera jornada no se notó el cierre, pero habrá que esperar a ver como evoluciona a lo largo de la semana próxima”, indicó.

Así, en el caso de la almeja japónica, la más habitual en la ría, la talla extra se pagó a más de 9 euros el kilo, la “A” alcanzó los 8 euros y la “B” se quedó muy cerquita también de esta cantidad.

Rodríguez reconoce que en la lonja de Campelo sí que están cayendo precios de especies como la centolla. En cuanto al marisqueo de productos bivalvos, sí hubo una caída de precio en el berberecho, pero en este caso ya se esperaba debido a la reapertura de la actividad en la ría de Noia, que inyecta una gran cantidad del producto al mercado y siempre trae consigo un descenso en las cotizaciones.

Ahora, los mariscadores del fondo de la ría están a la expectativa de lo que sucede en los próximos días. Si las restricciones y el cierre de la hostelería y la restauración se prolongan durante mucho tiempo es muy probable que también acaben por notar un descenso de los precios y de la demanda, aunque esperan que el consumo en los domicilios de estos productos permita que las salidas a los bancos marisqueros, como la de ayer a las siete de la madrugada (era cuando estaba baja la marea) sigan siendo rentables.

Así las cosas, sin las tradicionales cenas de empresa en los restaurantes y con las propias reuniones familiares de Navidad en entredicho por el avance de la pandemia, miran con incertidumbre a una campaña navideña que es parte fundamental de su sostén para el resto del año.