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Sanxenxo, privilegiados pero aislados

La hostelería teme que el municipio entre en una de las dos áreas de restricciones y tengan que echar la verja

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Sanxenxo, una isla en medio de las restricciones Gustavo Santos

Solo algunos privilegiados de la comarca de Pontevedra siguen disfrutando desde el pasado fin de semana de los cafés, cañas, tapas, compañía y vida de los bares, cafeterías y restaurantes. Los grandes municipios del área sanitaria de Pontevedra y O Salnés, y los más cercanos a ellos, se encuentran con restricciones especiales que han supuesto, entre otras medidas, el cierre de la hostelería, como mínimo, hasta el próximo 4 de diciembre. Pero Sanxenxo, la localidad turística por excelencia de Galicia, ha logrado zafar por el momento de ser incluida en estas áreas perimetrales cerradas y continúa con la “nueva normalidad” con limitaciones menos severas. Sus vecinos reconocen que en este sentido son unos privilegiados, pero, como todo tiene su lado malo, también se sienten aislados y “encerrados”, al quedar rodeados por otros municipios a los que no pueden trasladarse ni de los que los pueden visitar.

Con 55 de los 1.232 casos activos del área sanitaria, para ellos la vida no ha cambiado tanto como para los de las dos zonas perimetrales establecidas por la Xunta en las que la hostelería ha echado la verja, la de Pontevedra, con nueve municipios, incluida la capital, Marín y Poio, y la de O Salnés, con otros tres: Vilagarcía, Vilanova y Cambados. Se han quedado en el medio y medio.

“Ahora lo que estamos es pensando en el día a día, trabajando mientras podamos. Seguimos con la duda de qué va a pasar porque ya estamos cerrados en cierto modo al estar aislados”, reconoce José Rodríguez, del bar “Tela marinera”, en pleno casco histórico de Sanxenxo.

En su terraza las mesas llegan a poco, pero ahora sólo la disfrutan los empadronados en la localidad.

“Este está siendo el peor año de muchos sin duda. El verano, aunque no fue malo de todo, no salvó la temporada”, añade el propietario, que cuenta con tres empleados.

“Si tenemos que volver a cerrar, como puede que ocurra en los próximos días, el ERTE será la única solución. Ahora mismo ya hay días en los que casi no te da ni para cubrir gastos”, manifiesta.

Es el sentir general de la hostelería. Para Eloy Blanco y su socio en “La Estrella del Norte” el 2020 se suponía que iba a ser su año de la suerte. Al menos estaba previsto que fuese el que marcarían en sus calendarios como aquel en el que decidieron emprender. Se pusieron al frente del negocio a finales de febrero, a tan solo uno días del fatídico mes de marzo, y desde entonces todo ha sido cuesta arriba, salvo el verano.

“Tenemos miedo porque la idea generalizada es que se incluirá a Sanxenxo en las áreas con cierre perimetral y que nos cerrarán. Lo que más tememos es que sea de un día para otro y no tengamos margen para trámites y demás”, asegura Blanco.

En todo caso, quiere ser optimista e indica que “hay que llevarlo lo mejor posible y pensar que, por lo menos, lo hemos intentado”.

Y si a la hostelería no le va bien, el comercio local pagará en buena parte las consecuencias. Al menos así lo tienen claro en las tiendas sanxenxinas.

“Parece que los que estamos encerrados somos nosotros en lugar de los otros municipios. Si además cierra la hostelería, mal vamos”, indica una empleada de “Oxford Sanxenxo”.

“Hostelería y comercio van de la mano. Si la gente no puede salir a tomar algo, de poco nos sirve a nosotros. Además, habrá que ver, si nos cierran, con cuál de las dos áreas perimetrales vamos, si con la de Pontevedra o la de O Salnés”, se preguntan desde la tienda de moda y complementos “Colett”.

Por el momento toca esperar y disfrutar mientras no llegan nuevas restricciones del gobierno autonómico.

Nuevos vecinos que llegaron con el confinamiento de marzo

El municipio de Sanxenxo cuenta con nuevos vecinos que, propietarios de segundas residencias en la localidad, se quedaron a vivir en ella de forma permanente y se empadronaron desde el pasado mes de marzo. Así lo aseguran los residentes de toda la vida de la villa. “Son gente que venían normalmente de vacaciones y que se vinieron en marzo y desde entonces teletrabajan desde aquí o que ya están jubilados. Es gente de Madrid y de otras ciudades gallegas como Ourense y Lugo”, explican hosteleros y responsables de pequeños comercios, de los que estos nuevos vecinos ya son clientes habituales.

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