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El Meollo

El tren a Madrid

Estreno de la alta velocidad en el eje Atlántico, en la estación de Pontevedra en 2015. Gustavo Santos

El Meollo de la cuestión está en saber cuántos pueblos se ha pasado Renfe, que es tanto como decir estaciones en este caso, al calificar de “hito” en el transporte por ferrocarril la entrada en funcionamiento de un servicio entre Pontevedra y Madrid con una duración total de cinco horas y cuarto. Con puntual sincronización, tanto el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada, como el diputado por Pontevedra y coordinador de los diputados gallegos en Madrid, Guillermo Meijón, han hecho lo propio y han celebrado a bombo y platillo la buena nueva.

Obviamente, la noticia es positiva sin duda. Desdeñar tal cosa sería tanto como negar una evidencia. Pero este anuncio llega tarde, muy tarde; con ese retraso proverbial que caracterizó a Renfe en otra época y quizá no tanto de un tiempo a esta parte. Lástima que se produzca cuando un viaje de placer a la capital, turístico o cultural, resulte ahora tan poco apetecible.

Renfe, Losada, Meijón y compañía se olvidan de una cualidad que distingue al hombre y que es la memoria. No hace falta tener mucha ni buena memoria para recordar el flagrante incumplimiento del calendario del AVE a Galicia, unas cuantas veces corregido y aumentado desde aquella promesa inicial para su finalización en 2010. En tantas ocasiones ha cambiado ese año previsto para su puesta en funcionamiento, que produce un cierto repelús esta pretendida celebración. Palmas, las justas, que la tardanza va para diez años y lo que te rondaré…

Aún mayor bochorno causa ese sesgo partidista de tufillo insufrible lanzado por Losada, que atribuye tal logro al Gobierno de Sánchez y carga contra un abandono del proyecto por parte del Partido Popular. Todo el mundo sabe el tiempo que tarda y que cuesta la gestión de cada kilómetro del AVE. Y por esa razón tan simple, a los sucesivos gobiernos habidos desde el pitido de salida del tren de alta velocidad a Galicia en el lejano año 2003 corresponde todo el débito y ningún haber en esta historia truculenta.

En fin, si este recorte de una hora y media en dicho trayecto constituye un hito para Renfe, cualquier imagina que es lo que va a pregonar cuando el AVE cubra el trayecto completo. ¿O sucede acaso que se trata de un caramelito envenenado con el fin de prepararnos para otro retraso más hasta 2023, en un calendario bastante veces incumplido por los unos y por los otros?

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