El grupo criminal tenía una estructura altamente jerarquizada y especializada, destacando la violencia ejercida por sus integrantes, según informó la Guardia Civil. El grupo gestionaba distintos negocios "tapaderas" relacionados con la compraventa de vehículos a motor y desguaces, lo que facilitaba el blanqueo de capitales, fruto de los importantes beneficios económicos procedentes de esta actividad, además de disponer de un gran número de vehículos, alternando su uso y dificultando así la labor policial.

Contaban con contactos en Marruecos, controlando el transporte de hachís desde su origen hasta Pontevedra, donde era recogida por los líderes de la organización afincados en Poio.

Disponían de vehículos dotados de doble fondo o "caletas", mecanismos de ocultación altamente sofisticados instalados en los chasis de los vehículos para simular y ocultar la droga transportada, disponiendo a su vez de vehículos "lanzaderas", que preceden al que transporta la droga.

Como resultado se han intervenido un total de 27 kilos de hachís, 6 kilos de marihuana, así como diversas de cocaína y de heroína.