Varias semanas después de lo que las familias hubieran deseado, los comedores escolares gestionados desde por la Fanpa en más de una veintena de centros públicos de Pontevedra y Marín echaron a andar ayer entre importantes medidas anti Covid y con aproximadamente la mitad de usuarios habituales. De las 1.100 comidas que se llegaron a servir al día el curso pasado, ayer fueron alrededor de 650. Un buen número, en todo caso, para comprobar que todo marcha bien y tomar nota de los ajustes que se pueden realizar para mejorar su funcionamiento en plena pandemia.
"Este primer día todo se ha desarrollado dentro de lo esperado. Estamos haciendo pequeños ajustes de listas, pero en principio nada destacable", asegura Rogelio Carballa, presidente de la Federación de Anpas de Pontevedra.
Los comedores escolares cuentan con un protocolo establecido por la Xunta de Galicia que es de obligado cumplimiento en todos los centros. Así, destacan las medidas anti Covid en lo relativo a las distancias de seguridad, higiene de manos, turnos según el número de alumnos y grupos en base a las "burbujas" de cada aula, para que los pequeños no establezcan contacto con otros que con los que ya habitualmente están.
Esto significa más seguridad para ellos y sus familias, pero, obviamente, se pierden actividades que antes hacían de los comedores escolares como espacios de aprendizaje. "Había juegos previos, los niños se lavaban después los dientes... Pero lo que tenemos que pensar es que lo más importante era empezar y ver que esto se podía hacer con un control", destaca Carballa.
Este año están matriculados 650 niños en el comedor y en el Plan Madruga unos 350. Solamente en el comedor el año pasado había 1.100 usuarios. En todo caso, el presidente de la Fanpa destaca que el número actual irá aumentando mes tras mes.
"A estas alturas del año el curso pasado ya había más de 800 en el comedor, pero todavía estamos volviendo a la normalidad. Además, muchas familias están en ERTES o ERES o tienen familiares de riesgo y prefieren que los niños no sean usuarios de este servicio", indica.
El traslado de los "grupos burbuja" al comedor es la clave este año, de ahí que en algunos como el de Campolongo se hayan establecido dos turnos a partir de las dos de la tarde, el primero para los pequeños de Infantil de la Escola Crespo Rivas y el segundo para los de Primaria del Colegio de Campolongo.
Un protocolo inamovible
Los pequeños, tras desinfectarse las manos, entran en fila india con sus compañeros habituales de su grupo del aula, lo que facilita su colocación en las mesas, en las que cada silla lleva el nombre del alumno que la va a ocupar durante todo el curso. Cada isla de servicio está convenientemente separada de las demás en base al protocolo de la Xunta.
La empresa de restauración Arume es la encargada de preparar las comidas en los comedores que gestiona la Fanpa de Pontevedra en 18 centros del municipio, así como otros cinco en el de Marín.
El personal colaborador será el mismo en cada turno para evitar riesgos, según el protocolo del gobierno autonómico. Los trabajadores de Arume ayudan a los niños a desinfectarse las manos, les indican sus lugares adjudicados para todo el curso y les sirven las comidas.
La salida del comedor es de 15.30 a 16.30 horas en los centros en los que las clases terminan a las 14 horas, mientras que en los que concluyen a las 14.30 será entre las 16 y las 17. El horario de recogida es continuo para evitar aglomeraciones de las familias.
Además de este servicio, la Fanpa también gestiona el conocido como Plan Madruga, para los niños que necesitan entrar antes al centro escolar por cuestiones de conciliación. Los precios del comedor van desde los 6,40 euros diarios hasta los 83,55 mensuales, en función de las comidas que se realicen por semana. En cuanto al Plan Madruga, se mueve entre los 3,20 y los 52,61 euros, también en función de los días y de si los menores desayunan o no allí.
