Sorpresa y palpable malestar ante la irrupción de la Policía Local en el concierto que anoche ofreció Baiuca en la plaza de España dentro del programa de las fiestas de la Peregrina. En los instantes finales del recital se colaron las sirenas de dos coches patrulla que se dirigieron hacia el escenario para cortar el sonido y poner fin al espectáculo. Esta situación tan "abrupta", según reconoce el propio Concello a FARO, se produjo justo al término de la actuación que, hasta ese momento, se había desarrollado con absoluta normalidad.

Eva Vilaverde explicó esta mañana que se aplicó el protocolo de seguridad del Concello ante el Covid-19: "Teniendo en cuenta que era el final del concierto, y para garantizar un mejor desalojo y que no se produjesen mayores aglomeraciones, se decidió intervenir y darlo por finalizado".

Este áspero e inesperado fin de fiesta indignó a los espectadores y al grupo, muy molestos con la actuación de las fuerzas de seguridad. Según relata a FARO Alan Queipo, de Raso Estudio, "en la penúltima canción llega la policía y vemos movimientos extraños en la mesa de sonido. En el último tema, cuando quedaba un minuto, nos apagaron el sonido". El director del sello discográfico critica los malos modos de los agentes y la falta de planificación del despliegue de seguridad durante el concierto: "Fueron incapaces de preveer que podía haber concentración de gente, cuando nosotros lo veíamos desde el principio. Fue lamentable. Deberían estar diciéndole al público que no se podía apelotonar. Nosotros cumplimos a rajatabla con todas las medidas".

Fueron numerosos los presentes que captaron estos momentos con sus móviles y subieron las imágenes a las redes sociales. En los vídeos se aprecia como el público abuchea a los policías y aplaude al grupo. "Ni siquiera pudimos despedirnos ni dar ninguna explicación. Tampoco nos la dieron a nosotros", lamenta Queipo.

La Policía puso fin al espectáculo del grupo que fusiona música electrónica y folk al detectar una notable aglomeración de personas alrededor del recinto habilitado para disfrutar los espectáculos de las fiestas de la Peregrina. Como medida de prevención y seguridad ante el Covid-19, el Concello de Pontevedra eliminó este año los grandes aforos en su programación veraniega. Repartió los actos en 13 escenarios con un aforo total de poco más de 2.000 personas. Cada punto está acotado con vallas y en su interior hay sillas dispuestas con una separación de seguridad entre ellas. Además hay itinerarios diferenciados de entrada y salida, así como dispensadores de gel hidroalcohólico. El acceso y abandono del espacio vallado está vigilado por una empresa, que anoche cumplió su cometido, apuntan desde el Concello.

Los adelaños de la Plaza de España después de que la Policía "cortase" el concierto. // FdV

El problema radicó en la concentración de público alrededor de ese espacio vallado en la plaza de España, con un aforo de 314 personas. Cientos de espectadores seguían la actuación de Baiuca desde fuera de ese recinto controlado, sin guardar las distancias de seguridad obligadas por el Covid-19, lo que motivó la intervención de la Policía. "Se dispersó al público y se controló el uso de mascarillas", añadió Vilaverde, que precisó que la Policía interpuso una denuncia a un hombre por negarse a usar el protector tras ser apercibido por los agentes.

Una situación similar, aunque sin una intervención tan abrupta se produjo el pasado domingo en el concierto de De Vacas en las pistas de Campolongo. El exceso de espectadores que no mantenián la distancia de seguridad también llevó a la dispersión del público, aunque sin mayores incidentes. "Seguiremos en la línea de seguridad que hemos trazado para estas fiestas, intentar siempre que se cumpla el protocolo y actuar cuando se considere que puede haber algún peligro", zanjó la edil nacionalista.