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Una época dorada a orillas del río Lérez

El Museo de Pontevedra conserva una colección de fotografías y postales que nos acercan a la historia del Balneario

"Ha resultado una fiesta verdaderamente espléndida la celebrada ayer en la pintoresca quinta del Porreiro, propiedad del opulento capitalista D. Casimiro Gómez. Desde las tres de la tarde la afluencia de la gente fue extraordinaria. Por la carretera de Orense era incesante el desfile de automóviles y coches. Las aguas del Lérez estaban surcadas por numerosas embarcaciones, llamando la atención dos falúas muy artísticamente engalanadas de los Sres. Massó, de Bueu".

Así comienza una de las crónicas de la inauguración del Balneario de Monte Porreiro o Balneario do Lérez en el año 1906, en plenas fiestas de la Peregrina. Recogida por Xosé Manuel Pereira en la publicación "El Balneario del Lérez. La aventura termal de Casimiro Gómez", relata la primera jornada de visitas a las instalaciones que marcarían un antes y un después para la ciudad de Pontevedra.

Nacido en Viascón, en 19854, y tras hacer las Américas, Casimiro Gómez compra una magnífica finca en Monte Porreiro rodeada por el río. Años más tarde descubrirá en su propiedad dos fuentes cuyas aguas serán exaltadas durante prácticamente dos décadas por los profesionales médicos de medio mundo. Es el inicio de una época dorada a orillas del Lérez: la apertura del Balneario.

Prácticamente desde su inauguración en el año 1906 comienzan a editarse una serie de tarjetas postales con la finalidad principal de dar a conocer el Balneario do Lérez y sus aguas medicinales a nivel internacional. De hecho, tal y como se recoge en la publicación "O Balneario do Lérez. Memoria gráfica dunha época", bajo el eslogan "Cada gotas de Aguas Lérez es una gota de oro para la salud" llegan a ser conocidas en Europa y América. Se intenta por todos los medios posibles formar parte de la corriente mundial de aguas medicinales en lugares como Vichy (Francia), Marienbad (Austria) o Montecatini (Italia), lo cual no era tarea fácil, ya que sin salir de la provincia tenía que competir ya con otros dos gigantes: los balnearios de Mondariz y A Toxa.

Pese al éxito cosechado en las dos primeras décadas del siglo XX, el complejo inició una lenta decadencia, puesto que la rivalidad de los otros balnearios y el hecho de que la calidad de las aguas fue puesta en entredicho, entre otros motivos, hizo sucumbir a las "Aguas Lérez" en el olvido.

Sin embargo, un siglo después, los vestigios del balneario todavía se conservan en la senda del Lérez, así como su memoria gráfica gracias a que, en el año 1989, la hija del famoso fotógrafo local Joaquín Pintos, Pilar Pintos, decidió donar al Museo de Pontevedra la colección de imágenes tomadas por su progenitor, así como los objetos de su estudio fotográfico. Con esta importante aportación, la institución se hizo con las placas de vidrio y plástico, copias de la época y las tarjetas postales que se editaron para promocionar las aguas.

Dentro de las tomas realizadas por Pintos, no solo se puede encontrar un amplio reportaje sobre el complejo del balneario que nos acerca a su historia, sino que también se conserva una serie de retratos de índole familiar de Casimiro Gómez, el hombre que erigió una época dorada a orillas del Lérez.

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