El primer y más emblemático quiosco de Pontevedra pasa su última página. A un año de cumplir los 80, Paredes se despedía estos días de su clientela habitual con las últimas líneas de una historia que va íntimamente ligada a la de la Boa Vila. La familia que regenta el despacho de prensa más antiguo de la ciudad pone fin a su saga con una jubilación sin cuarto relevo generacional.

La estampa bajo el jardín de elevado de San Francisco, donde las verdes hojas parecían querer alcanzar las páginas impresas de los periódicos y revistas de su letrado escaparate ya es historia. Esta mañana la imagen recordaba que nada es eterno. La persiana cerraba una puerta siempre abierta a la lectura, a la actualidad y a la tertulia. Y el colorido moisaico tras el escaparate se ha tornado en triste cartón que oculta un interior lleno de conocimiento.

El fundador de la saga Paredes, Enrique, empezó vendiendo periódicos en la calle en los albores del siglo XX. Con el paso de los años obtiene licencia para regentar un quiosco de madera y hierro forjado en la Herrería. Fue después de la Guerra Civil cuando se asentó en los bajos de San Francisco después de que el alcalde Hevia negociase el nuevo emplazamiento con los monjes. Hasta hoy.

A Enrique, que recibió numerosos reconocimientos -entre ellos el de este diario decano, Faro de Vigo- le sucedió su hijo Luis, hasta su fallecimiento en 2012. Entonces se puso tras el mostrador la tercera y última generación, con Rosario Paredes y su cuñado. La falta de relevo deja a la Boa Vila sin su quiosco decano y sus tertulias, y cierra un capítulo de la ciudad que ya negro sobre blanco.