El 70% de los comercios autorizados para abrir ayer sus puertas renunciaron a hacerlo y esperarán "al día 11 o en el general a que se clarifiquen más los escenarios, porque muchos no saben cómo reincorporar a los trabajadores", explica José María Corujo, presidente de la Asociación de Empresarios de la Pequeña Empresa (Aempe) de Pontevedra, que indica que "abrieron exclusivamente las peluquerías, y no todas, pero muy pocas pequeñas tiendas o negocios".

A pie de calle, en la mañana de ayer todo eran citas y colas, muy especialmente en las barberías. En Xoaquín, un cliente que hace tiempo a metros de la puerta explica pasadas las 11 que "tenía cita para las 9.30, así que imagine", y la fila de espera continuaba horas después con nuevos pontevedreses que renovaron imagen.

Por lo demás, en todo ese primer tramo de la calle Peregrina, la barbería y los comercios de alimentación (que nunca cerraron) eran los únicos abiertos. Según las características de los locales, los salones de peluquería o separaron más los lavacabezas y zonas de peinado o establecieron turnos para atender los cientos de citas, a mayores de las restantes medidas de seguridad relativas al uso de protectores personales e higiene.

Es el caso de Azucena Quiroga, de la peluquería Quiroga y Solano, que antes de abrir ya tenía "citas pedidas para toda la semana", tanto por la demanda acumulada en el parón como porque "atiendo de uno a uno, la clienta está sola conmigo en el local", señala.

En la acera de enfrente la reentré no parece más tranquila y 6 clientes esperan para comprar en Electrónica Martínez. El primer día ha sido "caótico, con mucho estrés, uno está pendiente de todo y al final no lo está de nada", reconoce Carlos Martínez, al frente de la tienda, en la que por lo demás ha sido fácil la adaptación porque "la gente está muy concienciada y sabe que es lo que nos queda en adelante". En esta reactivación a medio gas los pontevedreses demandaron mantenimiento: cables, elementos para equipos y "sobre todo, para la luz, acaba de venir una señora que llevaba un mes sin luz en la cocina", lamenta el profesional.

Tras el letargo, la reapertura fue por sistema con cita previa. Es el caso de la librería Nobel, donde Carmen y Erika tienen fechas "para toda la semana, hoy tenemos cinco", concreta, de modo que no pocos lectores se animaron a preguntar si podían entrar con el local vacío. Lo mismo sucede en la librería Paz, donde se vivió un primer día "aburrido", señala Cano Paz, "esto es una ruina, si salimos de esta ya no cerramos nunca".

Pontevedra recupera el pulso vital de sus calles y comercios

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Pagadas "todas las facturas" de los proveedores, porque más allá de las buenas intenciones iniciales "nadie dijo nada de aplazar o dar facilidades", como en muchos comercios se ha vaciado el colchón y el librero se plantea "incluso que no quiero novedades, porque hay que parar esto". El local está lleno, en el arranque del estado de alarma "muchos lanzamientos ya habían llegado" y con la demanda en mínimos históricos da este año "por perdido", de modo que su mayor preocupación es "mantener la plantilla".

En el calendario del día figuraron a la cabeza las entregas. Es el caso de la tienda de decoración y textil Olbe, en donde se apuran las limpiezas mientras se hacen llegar a los clientes los encargos telefónicos y on line de las últimas semanas. "Solo hemos trabajado bajo demanda", explica Sebastián Filgueira, al frente del comercio, "y ahora lo que hacemos es implantar medidas para reabrir", en su caso colocar "estores enrollables transparentes", con los que prevé reabrir.

"Muchos esperan a la segunda fase", señala Miguel Lago, presidente del Centro Comercial Urbano Zona Monumental, en donde "apenas ha reabierto nada, la hostelería nada y el comercio muy poco". Los bares, restaurantes y tabernas suponen el motor del centro histórico, y a día de hoy, recuerda, "todo es incertidumbre y dudas sobre si compensa abrir la puerta".

"No sabemos nada, no hay nada a lo que te puedas agarrar y decidir si abres", señala Toño, desde hace años al frente de Borona. Es una de las terrazas más concurridas del centro histórico y continúa sin fecha de apertura: "Esperaremos lo que vayan diciendo día a día", explica su propietario, "y a partir de ahí tomaremos una decisión".

En el borde del centro histórico, en la calle Cobián Roffignac, los clientes hacen cola ante A Granxa 1983. Desde primera hora se llevan "plantas de huerta, tomates, pimientos y remolachas, lo que se planta ahora en temporada", explica Fernando Almón, que tras días de parálisis recibe a numerosos clientes que buscan poner al día los cultivos familiares y "también mantenimiento del jardín y piensos, ha habido mucha animación y colas".

Éstas se repitieron especialmente ante los cajeros, caso del BBVA de la calle Gutiérrez Mellado, en donde hacían cola decenas de clientes; escena que se reproducía las sucursales del Santander en A Peregrina o de Abanca en Benito Corbal. También en los supermercados o en las fruterías, una hora punta que dio paso durante la tarde al escenario de cierre.

Y es que la mayoría de los comercios continuó cerrado y los menos colgaron carteles con los teléfonos para atender citas. Fue el día de las gestiones, visitas al cajero, recogidas de paquetes y hasta de enfocar la nueva normalidad con pelito corto.