"Jamás. En toda mi vida he participado en los maios, pero basta que no se celebre para que sientas nostalgia", explica el historiador Leoncio Feijoo, uno de los vecinos de Pontevedra que ayer colaboró para mantener la tradición a pesar del confinamiento. Fieltros, palos de escoba o tuberías sustituyeron en muchos casos a las ramas y flores y sirvieron para elaborar estructuras semejantes a las vegetales que compiten cada año en el popular concurso de la plaza de A Ferrería.
