Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El amor en los tiempos del coronavirus

La comunicación con videollamada acerca a las familias del Centro Residencial Pontevedra, en Vilaboa

Carmen habla con sus familiares a través del teléfono móvil. En la mesa, fotografías de los suyos. // FdV

Si a Carmen Pérez, usuaria del Centro Residencial de Pontevedra, en Vilaboa, le hubieran dicho cuando brindaba por el nuevo 2020 que tan solo unos meses después tendría que comunicarse con sus allegados a través de videollamada, le costaría creerlo; pero así es. Ella, como decenas de usuarios de la tercera edad de este centro privado, en el que la mayoría de sus 193 plazas están concertadas con la Xunta de Galicia, utiliza las imágenes a través de un dispositivo móvil para poder hablar con los suyos y expresarles y recibir todo su amor. El Covid-19 ha cambiado sus vidas, pero Carmen, con la paciencia que caracteriza a muchos mayores, reconoce que habrá que seguir así "lo que haga falta".

EN DIRECTO

Coronavirus en Galicia: última hora

Sigue las noticias sobre la incidencia de la pandemia del Covid-19 en la comunidad

La residencia, propiedad de Caser, ha superado con éxito tres positivos en menos de un mes y los usuarios afectados han sido ya dados de alta negativizando el virus. Las medidas puestas en marcha por la dirección han dado sus frutos y actualmente el centro se encuentra libre de Covid-19. Para evitar el contagio de sus residentes, los propios trabajadores, en turnos, conviven con ellos en las instalaciones de Bértola.

Ayer mismo, efectivos de la Brilat procedieron a limpiar y desinfectar el centro, al igual que están haciendo periódicamente con otras residencias de mayores de la comarca de Pontevedra.

Carmen Pérez ha tenido que renunciar a muchas de las actividades que hacía hasta hace poco, como pasar tardes de charla en el salón, ir a gimnasia, salir a tomar el aire despreocupadamente con sus compañeros... Las ha cambiado, como la inmensa mayoría de los españoles, por aquellas que puede hacer en su habitación: dibujar, ver concursos de televisión, películas...

Como las visitas de los familiares están prohibidas, porque así lo han decidido las autoridades sanitarias, ahora solo puede hablar con sus familiares por teléfono. Por ello, desde la residencia les facilitan dispositivos móviles para poder realizar videollamadas y seguir en contacto visual.

"Me parece una iniciativa genial, es muy útil. Ahora casi siempre me comunico con ella por videollamada y apenas uso el teléfono; nos vemos, la vemos, vemos como está y eso tranquiliza mucho, le vemos la cara. Me parece estupendo", reconoce Carmen Martínez, hija de la usuaria, que trabaja en el sector de la alimentación.

En su opinión, las medidas tomadas por la residencia de Vilaboa fueron "acertadas". "Primero se limitaron las visitas de los familiares, después se prohibieron totalmente. A ellos se les aisló en su habitación y ahora están confinados con las trabajadoras, así que estoy muy agradecida y muy contenta", afirma.

Es consciente de que la seguridad absoluta es una utopía. "Mi madre me dice que las chicas les cuidan como si fuera a sus propios padres. La seguridad cien por cien no existe, no hay garantía de que no vaya a pasar nada, pero me siento bastante tranquila. Todos los días me llaman por teléfono para informarme de cómo está todo, de que hubo tres positivos, de que ahora son negativos, que las trabajadoras que están dentro también son negativos. Dentro de lo posible estoy bastante tranquila", resume.

De puertas para adentro

Los trabajadores que conviven con los mayores en la residencia también están pasando por una experiencia nueva en este sentido. "Cuando nos propusieron la medida nos pareció muy acertada y estamos orgullosos de poder colaborar para que no se propague el virus y protegerles", manifiesta Nancy Cortizo, animadora sociocultural de este centro.

"A día de hoy llevo nueve días y convivir con mis compañeros es toda una experiencia y muy positiva, hay compañerismo y somos un gran equipo", subraya.

Su trabajo ha tenido que ser modificado de forma importante. Las actividades se realizan de forma más individualizada o en pequeños grupos que permitan mantener la distancia de seguridad. Si el tiempo lo permite, salen a la terraza para disfrutar del aire libre.

"Trabajo para tratar de mantenerlos activos y que no se desorienten, charlar con ellos y escuchar lo que necesitan. Apoyarles mucho para que no se sientan solos, y ayudarles en todo lo posible para que mantengan la comunicación con su familiar", informa.

La salud y seguridad de los mayores, el gran grupo de riesgo del Covid-19, se ha convertido en la responsabilidad más grande de toda la sociedad hoy por hoy. Todo esfuerzo será bienvenido en este sentido para protegerlos.

Carmen Pérez: "Esto no nos permite tocarnos, pero sí vernos" "Tendremos que estar así lo que haga falta", dice

-¿Cómo era su día a día antes de que se tomaran estas medidas de seguridad sanitaria?

-Bajaba al comedor, al salón, iba a fisioterapia, dibujaba, iba a misa, al cine, realizaba gerontogimnasia con la terapeuta. Hacía muchas actividades, ese era mi trabajo.

-¿Qué tal lleva estas medidas de prevención?

-De momento las estoy llevando bien. Hago dibujos, veo la televisión... Me gustan los concursos como "Pasapalabra", la "Ruleta de la Fortuna"..., pero cuando empiezan a dar noticias de cuántos han muerto hoy más que ayer ya apago la televisión. Aunque estoy en la habitación, hago actividades.

-Y ahora la familia no puede venir a verla...

-Sí, eso afecta mucho.

-¿Cómo hace para comunicarse con ellos?

-Con el teléfono puedo hablar y verles. Ellos también me ven a mí. Me gusta mucho. El lunes me llamó mi hija, después una vecina. El martes me volvió a llamar mi hija y hoy volverá a llamar. Además de hablar con ellos, los veo. Desde el 16 de marzo no los veo físicamente y tendremos que estar así lo que haga falta. Esto no nos permite tocarnos, pero podemos vernos.

-¿Cómo le cuidan en la residencia?

-Muy bien, la verdad es que no me puedo quejar de nada; me tienen como una reina. Me atienden de maravilla, vienen a visitarme varias veces a la habitación, pasan por el pasillo y me saludan, como si fuera de la familia. No me puedo quejar de nada.

Compartir el artículo

stats