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Panaderías del Río cierra por sorpresa y tras décadas de historia en el sector

La empresa, tras abrir por la mañana, entregó por la tarde las cartas de despido a los empleados -Contaba con tres establecimientos, dos en Pontevedra y uno en Poio

El despacho de la panadería en A Barca, Poio, el primero de la cadena familiar. // Gustavo Santos

Las Panaderías del Río echaron el cierre ayer a mediodía ante la total sorpresa tanto de clientes como de vecinos. Con ello se pone fin a una etapa iniciada hace más de cuarenta décadas en el sector por José Reguera Amoedo, más conocido como Pepe entre su clientela, amigos y proveedores, fallecido hace más de dos años, en sociedad con Arlindo Garrido.

El cierre pasó desapercibido entre el entorno más inmediato de los tres despachos, ya que ningún cartel anunció este hecho ni se avisó previamente a las personas que con asiduidad compraban en cualquiera de los establecimientos.

Tal y como ha podido saber FARO, fue a las tres de la tarde cuando tuvo lugar la entrega de las cartas de despido a los trabajadores que actualmente formaban parte de la plantilla de Del Río. De hecho, alguno de los clientes incluso fueron testigos de este hecho.

La sorpresa fue mayúscula, ya que los que habían realizado el turno de mañana acudieron con normalidad a sus puestos de trabajo, pero no sería hasta primera hora de la tarde cuando se les comunicaría a todos la decisión por parte de la sociedad propietaria de la empresa. De hecho, los que se habían presentado para el turno de tarde ya no se pudieron incorporar.

"Me lo dijo otra vecina del barrio, porque yo a la mañana vine a comprar el pan. Cuando ya volví por la tarde para encargar una empanada fue cuando me encontré esto cerrado y me contaron lo que había pasado", asegura uno de los vecinos de la calle Rosalía de Castro.

En esta céntrica ubicación de Pontevedra Panaderías del Río contaba con un despacho de pan y un pequeño obrador. El otro despacho de la ciudad estaba en la calle Eduardo Pondal.

Pero los que se pueden considerar el "alma máter" de la pequeña cadena eran el horno y despacho de la Avenida de A Barca, en el concello de Poio. El primero, todavía en una de las pocas edificaciones antiguas que se mantienen en pie en la calle, el segundo, en el bajo del edificio del Hotel Don Pepe.

El fundador de Del Río abrió este primer negocio en la década de los setenta, al regresar a Galicia como emigrante retornado. En esta trayectoria empresarial estuvo acompañado por su socio y amigo Arlindo Garrido.

Ambos eran muy conocidos en el barrio de A Barca, así como el personal de este establecimiento, que contaba también con cafetería, por lo que un punto habitual de encuentro de los vecinos.

De hecho, tanto en este local como en los dos de Pontevedra todavía anoche había género en su interior, una prueba más de lo inesperado de la decisión.

"Problemas con los sueldos"

Fuentes cercanas a los trabajadores aseguran que en los dos últimos meses habían tenido "problemas para cobrar sus salarios", pero que no se esperaban que la pequeña cadena familiar echase el cierre.

"Para nosotros es una pena, porque llevamos comprando aquí toda la vida. No había roscas iguales; venía gente de toda Pontevedra a encargarlas en Reyes", asegura María Suárez, vecina de A Barca, una de los muchos que lamentarán el cierre de las conocidas panaderías.

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