Correr más riesgos, hacer más viajes, contemplar más atardeceres. Numerosos nautas se dieron cita en la ría de Pontevedra para desear, como el poeta, nuevos rumbos a los que encaminarse y horizontes tan magníficos como los que contemplaron a bordo en la Despedida del Año Marinero.
Propietarios de barcos de Pontevedra, así como de embarcaciones con base en los muelles de Combarro, Portonovo, Sanxenxo y Beluso, confluyeron en el centro de la ría para repetir un programa con el que despiden cada año y se desean una buena entrada del siguiente.
"Nunca lo celebramos el mismo día 31", explican a FARO los participantes, "para evitar poner en riesgo los servicios de emergencia colapsando la ría en una jornada tan señalada y con tanto tráfico marítimo, así que lo que hacemos es adelantarlo unos días para celebrarlo tranquilamente, sin que haya posibilidad de saturación y que la mayoría pueda participar".
En el encuentro, que se celebró el pasado domingo en las inmediaciones de la isla de Tambo, tomaron parte barcos de todo tipo, si bien predominaron los llamativos clásicos, tradicionales y veteranos.
De Pontevedra participaron el Mírame, Dona Esperanza, Juan de la Cosa, Cocodrilo y Peregrina, entre otros barcos que confluyeron en las inmediaciones de las playas de Portocelo y Mogor.
Una vez reunidos en el punto de encuentro, las embarcaciones se fueron abarloando, es decir enlazando de costado en grupos de 5 o 6 para compartir la comida y saludarse las tripulaciones.
Regata Interclubes
El encuentro se prolongó durante varias horas y dio comienzo con un almuerzo a bordo al que todos los marineros, independientemente de su edad y experiencia, fueron invitados a sumarse.
Por lo que respecta a las conversaciones, en la Despedida del Año Marinero los natuas ultiman y anuncian la próxima regata Interclubes, la competición invernal con mayor participación de España.
La organizan los clubes de Portonovo, Sanxenxo, Beluso, Combarro y la Escuela Naval Militar y su edición 2020 está prevista para los próximos meses de enero y febrero.
El buen tiempo, a mayores del buen hacer de varios de los cocineros que aportaron platos al menú, fue uno de los mejores ingredientes de la jornada, de modo que las tripulaciones pudieron disfrutar del día luminoso, que embelleció más si cabe la ría en este final de año.
Tras la jornada de navegación y encuentro con otras tripulaciones, todavía quedaba otro ingrediente clave en la tradición: contemplar el ocaso.
En cubierta, todos los nautas y sus acompañantes tuvieron ocasión de disfrutar del sol escondiéndose en el océano, con la silueta de Tambo y los montes que cierran la ría coronando un escenario mágico. Sol, cielo, tierra y mar, el adiós perfecto.
