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Larga vida al belenismo

Unas 60 piezas en movimiento o peces vivos, sorpresas del gran Nacimiento de la basílica

Familias contemplan el Nacimiento instalado en la basílica, que ocupa unos 20 metros cuadrados. // Gustavo Santos

Hace 45 años que José Carlos Otero descubrió el belenismo. "Fue por mis hijos, me gustan mucho los niños y pensé que les haría ilusión", explica este pontevedrés que empezó colocando las figuritas en su domicilio "hasta que se fue agrandando la cosa y me echó mi mujer", bromea. Esta Navidad ha sido el artífice del Nacimiento que puede contemplarse en la basílica de Santa María, una sofisticada instalación que ha supuesto numerosas horas de trabajo artesanal.

Son técnicas que fue aprendiendo y en una Navidad decidió que instalaría el Belén en su comercio, el desaparecido Videoclub Otero, en la calle Joaquín Costa. En adelante, edición tras edición este apasionado belenista fue ampliando las escenas con nuevas figuras, inspiraciones y también con sus propios inventos.

Y es que este manitas emplea muchas piezas recicladas "algunas son de los años 70, cuando empecé con un Belén modestito", al igual que reutiliza los mecanismos.

Así, en el Nacimiento de la basílica figuran 60 figuras en movimiento, accionadas todas ellas con pequeños motores que va recuperando, por ejemplo de antiguos microondas.

"Es lo que más sorprende a la gente que lo ve, el movimiento, porque no se lo espera", señala Otero, que tras semanas de trabajo en este 2019 puede contemplar el Nacimiento más grande que ha montado, un dato significativo si se tiene en cuenta que durante 8 años ganó el concurso de Nacimientos de Pontevedra y que otras Navidades montó estas instalaciones en el Hospital de Fátima de Vigo, en la central de Abanca o en el Concello de Redondela.

"Esos eran grandes, pero este aún más porque mide alrededor de 20 metros cuadrados", resume, "y la verdad es que tiene casi de todo, como un lago o un río que lo atraviesa". Fuentes, cataratas y hasta peces vivos también figuran en la instalación.

Por lo que respecta a las escenas, "tiene de todo: lavanderas, molinero, el asador, el despellejador de corderos, los poceros, pescadores, todos los motivos que asociamos a un Belén de Navidad, no metemos Ferraris ni cosas de esas (risas) pero sí que tiene su desierto, sus nómadas, sus ovejas o vacas...".

Varias figuras cumplirán en breve los 50, pero no se percibe en ellas el paso del tiempo. De ello se encarga el belenista, que diseña "desde las conexiones eléctricas a cómo encajan las piezas articuladas, porque no abundan los materiales ni los sitios para comprarlos, por ejemplo ahora en Pontevedra ya no se venden estas cosas".

Y es que si algo lamenta es la desaparición de la tradición, ya que ningún joven se anima a tomar el relevo en una pasión que, sobre todo, exige "habilidad, paciencia y cariño" explica este pontevedrés que ahora disfruta de la segunda generación de nietos. "Hacía unos cuatro o cinco años que no montaba un Nacimiento", recuerda, y se animó a desempolvar su afición para que los be njamines de su familia también disfruten del Belén.

En pago a tanto esfuerzo, se divierte con del entusiasmo y la candidez de los pequeños: en una esquina del Belén un ciego toca con un cestito para las limosnas, que últimamente aparece con monedas. No hay fuerza mayor, como bien sabe José Carlos Otero, que un corazón inocente.

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