El Apalpador, el mítico personaje ligado a la tradición navideña gallega, volvió ayer a Pontevedra. La Asociación de Vecinos Eduardo Pondal promovió, un año más, esta fiesta con la idea de "recuperar y potenciar nuestra cultura y tradidiciones", encarnadas en estas fechas en el popular gigante carbonero que baja del monte para cuidar de que ningún niño se quede sin comer.

El Pandigueiro (como también se le llama en las comarcas del interior gallego donde hay testimonios de esta figura) dio una vuelta por el barrio de O Gorgullón acompañado de los gaiteiros de la Asociación Eduardo Pondal.

Ésta programó "por quinto año consecutivo", recuerdan sus portavoces, esta fiesta en la que los más pequeños de la casa son los invitados de excepción.

Tras la llegada del Apalpador y el recorrido por el barrio, la visita continuó en el Centro Social do Gorgullón, donde el carbonero saludó a los niños.

Esta fiesta familiar en la que los pequeños estuvieron acompañados de sus padres, pero también abuelos y padrinos que quisieron sumarse al evento, incluyó un espectáculo de teatro infantil al que estaban invitados todos los pequeños que acudieron a saludar al Pandigueiro.

Finalmente, la asociación de vecinos celebró un aperitivo con el que los residentes en la zona despidieron el año. En esta fiesta, pensada más para los padres y abuelos que para los pequeños del barrio, tampoco faltó la música en directo, en este caso a cargo de las Pandereteiras do Gorgullón.

Según la tradición gallega, el Apalpador baja a final de año para tocar las barrigas de los niños y comprobar si han comido bien durante los meses anteriores. Les regala un buen puñado de castañas y hasta en ocasiones algún regalo, pero sobre todo baja del monte para desear a los más pequeños que sean felices,tanto como lo son durante estas fechas de Navidad en la que reciben obsequios y comparten más horas con sus familias. Por ello les susurra así estexas todo o ano.