-¿Qué camino debe recorrer la abolición de la prostitución para que esta sea una realidad?

-Primero, y lo más importante, es explicar que la abolición no significa prohibición. Las feministas abolicionistas entendemos que es necesaria la descriminalización total y absoluta de las mujeres en situación de prostitución. Exigimos que desde el propio Estado se pongan en marcha políticas públicas destinadas al derecho de salir de la prostitución, porque hay muchas mujeres que desean salir y a las que no se les está dando esa alternativa.

Esas políticas tienen que ver con ayudas económicas, por su puesto, pero no solo eso, sino que también son necesarias la formación, terapia, asesoramiento jurídico, acompañamiento psicosocial, trabajo genuino..., todo lo que podamos entender por derechos reales. Para seguir la misma lógica, no podemos recoger mujeres rotas, cuyos derechos han sido vulnerados sistemáticamente, intentar repararlas y, por otro lado, dejar la puerta abierta para que este mercado criminal siga trayendo a otras mujeres para prostituir, que es la propaganda que hacen.

La reforma del Código Penal es necesaria para que persiga todas las formas de proxenetismo. También entendemos que los puteros debieran ser sancionados, porque la única diferencia es que pueden pagar un billete para no ser interpelados como agresores sexuales.

Y, por último, tendríamos que poner en marcha la educación sexoafectiva, porque en este punto somos una sociedad analfabeta. Los jóvenes tienen acceso a ella a través de la pornografía, esta se debe abolir para llegar a la sociedad igualitaria que queremos construir, en la que las mujeres somos seres humanos.