La parroquia de Anceu celebró ayer su tradicional Danza Celta, uno de los eventos culturales más singulares de Ponte Caldelas, cuyo origen se pierde en los tiempos y que entronca directamente con las "danzas blancas" que existen en otros puntos de Galicia.

La Danza de Anceu, que lleva más de un siglo (nadie sabe exactamente desde cuándo) transmitiéndose de generación en generación, se celebra con la interpretación de distintas piezas coreagrafiadas en las que los bailarines van intercambiando mimbres, palos, castañolas y cintas.

Antiguamente, la Danza Celta se interpretaba por parte de un grupo solo masculino. Las mujeres se incorporaron, según la documentación disponible, en torno a los años 30. Además, con el tiempo fue cambiando el traje de los danzantes, que antes llevaban también un mandil y una gorra coronada por la "flor de la danza", una especie hoy desaparecida de los montes de la zona.

En puridad, el nombre correcto es el de "Danza de Anceu", aunque desde hace algunos años se conoce como Danza Celta. El repertorio fue modificado en los años 70 incorporando algunas de las tradiciones de A Franqueira, como la del trenzado de las cintas, pero el núcleo central se mantiene, finalizando con las habituales reverencias delante de la imagen de la Virgen, en la puerta de la iglesia de Anceu.

El Concello inició en este mandato una colaboración estable con las Fiestas de Anceu que consiste en la contratación del grupo de gaitas, Os Alegres, que llevan ya 41 años interpretando las piezas musicales de la danza, partitura original de esta celebración. El alcalde, Andrés Díaz, no faltó a la cita.