Un vecino de Pontevedra aceptó ayer una pena de cuatro años de prisión como autor de un delito de abusos sexuales continuados a una menor, una niña que en el momento de los hechos tenía diez años de edad y que era hija de una amiga del procesado.

El acusado aceptó la pena de cárcel sin necesidad de llegar a juicio tras alcanzar un acuerdo de conformidad entre las partes. Un acuerdo que se zanjó a puerta cerrada por expreso deseo de las partes para proteger la intimidad de la menor.

Inicialmente, la Fiscalía solicitaba una pena de 12 años de cárcel para el acusado por un delito continuado de abusos sexuales en relación con otro de corrupción de menores, pero esta petición de condena se rebajó a cuatro años ante el reconocimiento de los hechos por parte del acusado. Además, se le aplicaron los atenuantes de dilaciones indebidas (los hechos se remontan a los años 2014 y 2015) y también se tuvo en cuenta el compromiso del acusado de que va a hacer frente a la responsabilidad civil que se establece en la sentencia y que fija una indemnización de 30.000 euros para la víctima por las secuelas causadas.

El fallo impone también una pena adicional de cinco años de libertad vigilada en cuanto salga de prisión y otra de 15 años de alejamiento y comunicación respecto a la menor.

Amistad con la madre

Según los hechos que el propio acusado ha reconocido como ciertos, este hombre trabó amistad con la madre de la menor y sus dos hijas. El procesado fue ganándose poco a poco la confianza de ellas hasta el punto de que en algunas ocasiones en las que él no tenía lugar donde dormir, le permitieron que pernoctase en el domicilio familiar de ellas en Pontevedra. En septiembre de 2014 el acusado alquiló un piso en la ciudad del Lérez en donde se instaló a vivir, manteniendo el contacto con esta madre y sus dos hijas. A partir de abril de 2015, el grado de relación de confianza del acusado con la hija menor de esta mujer creció, hasta tal punto que la niña (que entonces tenía diez años de edad) comenzó a quedarse a dormir en la vivienda del acusado, primero de forma esporádica y después más continuada llegando a tener su propia ropa guardada en los armarios del piso.

Como en la casa había una cama, dormían los dos juntos, y aprovechando el sentimiento de afecto que la niña tenía hacia él, comenzó a efectuarle tocamientos e incluyendo al menos una penetración parcial. También le mostró películas pornográficas hasta que fueron denunciados los hechos en junio de 2017 por la Fiscalía.