Patricia Leiro y José Currás viven en Bora. Ella nació en el rural, así que no se imagina la vida de otro modo. Él, aunque tiene un piso en Monte Porreiro, tampoco tiene intención de mudarse a la ciudad. Son unos firmes defensores de la vida en el campo, aunque también reconocen que habría muchas cosas que se podrían mejorar para hacer más fácil la vida a los vecinos del rural.

"Aquí puedes tener animales, no hay ruido, te organizas tú en tus horarios como quieres, no dependes de los vecinos para hacer tu trabajo en un determinado horario...", enumeran entre las bondades de la vida en esta parroquia.

"Aquí, cuando llega el fin de semana me voy con los perros al monte. En la ciudad, ¿qué haces? ¿te metes en una cafetería toda la tarde?", se pregunta él.

Entienden que la gente joven decida no quedarse en el campo y se mude a la ciudad, "porque si tienen allí su trabajo, dependen del coche para todo y no hay medios de transporte regulares que lo faciliten".

Otra de las cuestiones que ven problemática es la falta de alcantarillado en determinados puntos y la dependencia de la fosa séptica.