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EL MEOLLO

Pontevedra monumental

Muy poco se ocupa y preocupa, por no decir que nada, el Concello del cuidado de sus esculturas más preciadas

Pontevedra monumental

Pontevedra es una ciudad que cuenta desde hace setenta años con una zona monumental bendecida por la Real Academia de Bellas Artes en 1948. Sin embargo, muy poco se ocupa y preocupa, por no decir que nada, del cuidado de sus monumentos más preciados.

Hace unos cuantos años, Juan Santos realizó un meritorio inventario de monumentos históricos y placas conmemorativas. En total documentó treinta y uno en esta capital. Hoy costaría no poco trabajo encontrar uno, solamente uno, en perfecto estado de conservación. Tal parece como si a los sucesivos gobiernos del alcalde Lores, uno tras otro, el mantenimiento de estas esculturas inequívocamente pontevedresas les importasen un pito, salvo aquellas propiciadas por ellos mismos, claro está, con un valor muy inferior.

Particularmente tres grandes monumentos de incuestionable raigambre y sin ninguna significación política de signo partidista, atraviesan por un estado tan calamitoso que constituye un atentado contra su integridad. Es decir, que algunas de sus partes o inscripciones se han perdido porque no pueden contemplarse o leerse; en consecuencia, su disfrute está cercenado. Esas esculturas son el monumento a los Héroes de Pontesampaio, el monumento a Eduardo Vincenti y el Monumento a los Navegantes.

A raíz de un reciente homenaje a Amancio Landín Carrasco con motivo de cumplirse muy pronto el primer aniversario de su fallecimiento, se puso de manifiesto el calamitoso estado que presenta la obra que inspiró y que diseñó en memoria de los grandes navegantes pontevedreses, finalmente terminada por Agustín Portela Paz bajo el mecenazgo de Pin Malvar.

Desde hace un año largo, al menos, el Monumento a los Navegantes en Las Palmeras se encuentra decorado por dos vallas metálicas, una por cada lado, cualquier sabe con qué finalidad. Pero en cualquier caso sin utilidad protectora alguna; más bien al contrario, parecen anunciar un derribo inminente. Y la lectura de los nombres de los homenajeados, desde Payo Gómez hasta Jofre de Tenorio, que constituyen la esencia de la obra, resulta sencillamente imposible. Otro tanto ocurre con los otros dos monumentos.

El Meollo de la cuestión está en saber qué es lo que tiene que ocurrir o quien tiene que pedir su restauración, para que el Ayuntamiento de Pontevedra cumpla con su obligación de preservar este rico patrimonio monumental.

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