Con 16.500 papeletas y casi el 40% de todos los votos, el BNG de Miguel Anxo Fernández Lores todavía no tiene rival en el municipio, y menos en el casco urbano, donde el modelo de ciudad es absolutamente rentabilizado por el aspirante a la reelección. Pero el PP, que se sitúa a cuatro mil votos de distancia de los nacionalistas, comienza a recuperar un nicho de apoyos que se asienta sobre todo en el rural y, en parte, en el barrio de Monte Porreiro, dos de los ámbitos del municipio donde Rafael Domínguez incidió durante la campaña.

De las 106 mesas que estuvieron en funcionamiento el pasado domingo, el Bloque fue la primera opción en 84 de ellas, es decir, el 80% del total, y el PP se quedó con el 20% restante. Además hubo dos empates, en el instituto Valle Inclán y en una mesa del instituto Luis Seoane de Monte Porreiro.

El instituto Torrente Ballester o el barrio de O Gorgullón fueron dos de los bastiones urbanos más destacados para el BNG durante la jornada del domingo, con mesas en ambos puntos en los que se superó el 50% de los votos para Lores. Pero aquellas en las que los nacionalistas rebasaron el 40% fueron muchas más: Froebel, Teatro Principal, San Roque, Casa da Luz, Pontevedra Leste, Recinto Ferial, Campolongo, Álvarez Limeses, Frei Martín Sarmiento, Magisterio o Albergue de Peregrinos son algunos colegios con urnas por encima de ese porcentaje

Por su parte a la incombustible A Canicouva (casi el 83% de sus 157 votantes del pasado domingo votantes eligió a Lores), se suman parroquias como Salcedo, Marcón o Tomeza.

En total, de las 31 mesas electorales del rural, el BNG fue la fuerza más votada el 26-M en 16, es decir, cinco menos que hace cuatro años, mientras que el PP duplicó apoyos y pasó de siete a quince mesas como partido más votado. Domínguez dominó en Bora, Alba, Campañó, Cerponzóns, Lérez, Verducido, San Andrés de Xeve y, sobre todo en Lourizán, parroquia donde se asienta la fábrica de Ence.

Mientras Miguel Anxo Fernández Lores se mantiene fuerte en el casco urbano, comienza a mostrar signos de flaqueza en el rural y, de forma especial en Monte Porreiro, un barrio que ha castigado de forma especial el papel del gobierno local durante este último mandato. La polémica de los composteros comunitarios es una de las causas, pero hay otras razones para el descontento vecinal.

En cambio, en el corazón urbano y sus barrios periféricos, el dominio del BNG. De 75 mesas consideradas urbanas, ganó en 68, es decir, en nueve de cada diez. Para el PP solo quedó el consuelo de vencer en cinco mesas, dos de ellas en Monte Porreiro, otra más en el barrio de A Seca y sendas urnas del Instituto Valle Inclán y el colegio de Campolongo.

Hace treinta años, estos resultados eran impensables para el PP en sus antaño feudos urbanos.