Un tocón de cedro ha revivido como duende en los jardines de Marescot, frente a la facultad de Belas Artes de Pontevedra. La escultura, obra de Santiago Castro, ha transformado un tronco seco que pasaba desapercibido en toda una novedad que atrae a los paseantes a sacarse selfies. Los más impresionados son los más pequeños, a los que llama la atención la gran altura (casi cinco metros) y enorme sonrisa de este trasno que desde ayer custodia el espacio verde.
Casi un mes y medio le ha llevado a escultor dar forma al tronco y sus ramas. Cada día trabajaba sus formas, tanto si llovía como si hacía sol. FARO ha sido testigo del proceso: cómo de la madera salía un simpático nomo de jardín que ha sido bautizado como Gerardo.
Santiago Castro organizó una performance esta mañana para presentar a Gerardo. El nombre se lo puso en honor a un amigo suyo que murió. Familiares del fallecido vinieron al emotivo y festivo acto, donde hubo música, baile y aplausos.