Maside se sentía orgulloso de la clase trabajadora gallega, "que no había traicionado sus ideales, los traidores fueron los fascistas, pero no el pueblo", recuerda María Esther Rodríguez, biógrafa del pintor y una de las que se felicitaba ayer por el "momento feliz" de ver en el Museo de Pontevedra más de un centenar de obras del autor, "lo más íntimo, lo que nunca llegó a exponer".

En agosto de 1952 el Carlos Maside que llega a Combarro arrastra décadas de exilio interior. Hace años que tuvo que decir adiós a buena parte de los amigos, a las ambiciones de seguir los pasos de sus coetáneos americanos, a la cátedra de Dibujo o las colaboraciones en periódicos. "Es impensable que en ese año Maside hiciese algo tan definitivo y abraiante. Era un represaliado, un hombre enfermo, vulnerable pero no débil, tenía unos principios inquebrantables", resume María Esther Rodríguez, que con Rafael Vallejo han sido los comisarios de la exposición Carlos Maside en Combarro, 1952. Bosquexos, debuxos e acuarelas, de la que el pintor "se sentiría feliz", asevera su biógrafa.

Ésta, Rafael Vallejo y Andrés Dacosta son además los autores de los estudios introductores del catálogo. Se trata de una extensa publicación que permite contextualizar el trabajo de Maside y el momento histórico y que recopila la totalidad de la obra que realizó en su estancia en Combarro, 103 pinturas y 210 dibujos.

Los tres asistieron a la presentación del catálogo, un acto que tuvo lugar en el Museo y que encabezó el diputado provincial de Cultura, Xosé Leal. Por su parte, el director del Museo, José Manuel Rey, ejerció de anfitrión de este encuentro en el que también participó el pintor y sobrino de Maside Xulio Maside.

Éste convivió años con Maside y señala que el artista, diabético desde los 30 años, encuentra en Combarro un alivio espiritual y un motor creativo. En los siguientes tres meses trabaja incansablemente, su paleta se aclara y "convivir con los paisanos, con pescadores y gente del pueblo, lo hace feliz", recordó su sobrino.

Rafael Vallejo incidió en que "con este catálogo en la mano puedes recorrer Combarro" y aproximare a los hombres, niños y mujeres con los que Maside se sentía identificado. Las obras se agrupan por temáticas y se relacionan "para que se pueda ver cómo el autor resuelve una obra y analizar el resultado", señala el comisario de la muestra, que ha dedicado 20 años de trabajo a documentar y catalogar esta producción.

Recuerda que, siguiendo la idea de que debemos pintar lo que amamos, el artista da vida en la España del hambre a 313 formas de mirar a un pueblo marinero, sus calles, escenas y vecinos. Todos ellos protagonizan uno de los momentos más felices de Maside, que él agradeció deteniéndolos en el tiempo para hacerlos imperecederos.