No hay ningún estudio hecho. Pero desde Bicos de Papel, la asociación con sede en Vigo que aglutina a familias de oncólogos pediátricos, aseguran que el proceso dispara el porcentaje de divorcios. "Es una situación que te pone al límite, y la pareja no tiene una única reacción", explica Natalia Dieste, presidenta de este colectivo y madre de un niño diagnosticado cuando tenía 6 años.

Con este dato coincide Begoña Amaro, del equipo psicosocial de La Caixa y la AECC. "Cada padre se enfrenta a la situación como puede y es habitual que uno sea incapaz de entender el dolor del otro. No saben cómo hacerlo y la pareja acaba resintiéndose".

No es el único elemento de la familia que sufre los daños colaterales del cáncer infantil. Los abuelos son otros de los damnificados. "Con frecuencia desarrollan una sensación de culpa. No estamos preparados para enterrar a un hijo, y menos a un nieto. Un abuelo tiene ese doble sufrimiento". Los hermanos son otra pieza clave.