Los albergues de Pontevedra para personas sin hogar trabajan más que nunca estos días, en los que raro es el día en el que les queda una cama libre. En el de Calor y Café, mixto, en la calle Casimiro Gómez, cuentan con 12 plazas para dormir. Es un número suficiente el resto del año, pero no ahora que el frío aprieta. Para poder dormir en sus instalaciones solo hay que cumplir unas normas básicas. Una de ellas es el horario: se accede entre las nueve y las diez de la noche y hay que abandonar el albergue por la mañana. La estancia por día incluye cena y desayuno. Otra cuestión importante es que en el interior no se puede fumar ni consumir alcohol o drogas. Asimismo, disponen de duchas. Los servicios de aseo y comida están disponibles incluso para las personas que no se quedan a dormir.
Víctor Rey es el director del centro, que se subvenciona con ayudas del Concello, la Diputación y la Xunta, así como con los donativos de particulares, tanto de alimentos como de ropa de abrigo o mantas.
El albergue de Calor y Café cuenta con tres personas contratadas: dos monitores y una trabajadora social. A ellos hay que sumar el trabajo impagable de alrededor de medio centenar de voluntarios, que se organizan en turnos en función de sus necesidades personas y familiares.