El párroco de San Martiño de Salcedo, Jesús Niño, decidió este fin de semana clausurar la iglesia por precaución tras comprobar que desde la bóveda se desprendían trozos de mortero.

Tras anunciarle a los feligreses la situación y ante el posible desplome de trozos de la cubierta que pudiesen causar graves daños tanto al mobiliario de la iglesia como a los propios vecinos que acuden asiduamente a las celebraciones religiosas, Jesús Niño puso en marcha un operativo de desalojo de todos los enseres.

Unas 40 personas participaron en la laboriosa tarea de ir retirando todo lo que el templo albergaba. Toda la orfebrería fue puesta a buen recaudo, al igual que las 27 imágenes que estaban situadas en diferentes puntos del altar y los laterales de la iglesia.

Con mucha paciencia, en un operativo que se prolongó durante dos días, los feligreses fueron embalando cada una de las figuras con cuidado para evitar sufran daño en el traslado. Todo ello asesorados y bajo la supervisión del restaurador del Museo de Pontevedra Ricardo Ferreiro.

Una atención especial requirió el desmontaje del órgano, una pieza de valor histórico que también fue trasladada en vehículos aportados por los propios vecinos.

Lo mismo ocurrió con los más de 70 bancos que hasta ahora conformaban el mobiliario de este templo y que ahora el párroco ha decidido almacenar en otro lugar más seguro.

El párroco ha rescatado también las lámparas del templo, una tarea que no resultó difícil debido a la altura que alcanzan las bóvedas.

La iglesia ha quedado completamente vacía por dentro y el párroco ha improvisado un salón en el que oficiar durante los fines de semana Raíña da Paz.

"Quiero destacar mi agradecimiento a todos los feligreses, jóvenes y mayores, que trabajaron durante horas para rescatar todo lo que albergaba el interior de la iglesia", explica Jesús Niño, quien asegura que el origen del problema se encuentra en una reparación mal hecha hace 20 años y que ha provocado filtraciones de agua con graves daños en la cubierta.

Jesús Niño ha puesto los hechos en conocimiento del Arzobispado de Santiago. Tanto los daños en la iglesia como su temor a que pudiese ocurrir algo grave. "En cuanto ví que comenzaban a caer esos restos de mortero tomé la decisión de desalojarlo todo e impedir la entrada en la iglesia. De hecho permanece cerrada y la intención es que se mantenga así hasta que se pueda acometer la reforma".

Y según indica el párroco, no habrá mucha dificultad para ello ya que los propios arquitectos del Arzobispado se encargarán de realizar el proyecto cuyo valor estimado superará los 100.000 euros.

La iglesia de San Martiño necesita una cubierta nueva y el primer escollo para conseguirlo, el documento técnico, correrá a cargo de la iglesia.

Pendiente queda la financiación para ejecutar los trabajos pero el párroco confía en que el Arzobispado se implique en esta reparación.