El Sexto Edificio acoge hasta el próximo día 27 la exposición dedicada a Alejandro de la Sota, una oportunidad para profundizar en las etapas menos conocidas del gran arquitecto pontevedrés. Entre los sorprendidos gratamente por la respuesta del público, el propio comisario, que indica que "ha venido mucha gente de fuera, también coincidiendo con los actos que hizo la Real Academia de Belas Artes vino gente que entiende y que se mueve habitualmente en este mundillo y nos han colmado de felicitaciones, nos dicen que era la mejor exposición que habían visto en los últimos tiempos, la mejor sin duda que se había hecho en torno a De la Sota, así que estamos encantados".

- ¿Qué es lo que más llama la atención en este recorrido por la biografía y el trabajo de De la Sota?

-Lo que más ha sorprendido es su relación con Castelao, incluso a la propia familia comprobar que esa relación no era flor de un día, ni dos ni tres sino que se mantuvo durante muchos años en el tiempo, desde que era un chaval de 10 años.

- Castelao fue uno de sus tutores artísticos

-El único que él reconoció en vida, el único, su influencia en las caricaturas que hizo está clarísima a lo largo del tiempo, y después porque hay esa relación de parentesco familiar con el hijo único de Castelao y su medio sobrino. A los chavales les encantaba la pintura y se volcó con ellos; y también está esa otra parte, que los introdujo al linóleo, lo que demuestra que había toda esa relación a lo largo del tiempo que se prolongó durante años y de la que todos sacaron sus frutos. El hijo de Castelao porque se murió en la adolescencia, pero Turás (Ventura de Dios, Turiñas) no dejó de dibujar.

- Turiñas era con Alfonsiño Castelao el gran amigo de infancia De la Sota

-Era medio sobrino de Castelao, vivía en el piso de encima en la calle Oliva y porque también murió joven en la guerra civil, pero hasta su muerte estuvo dibujando en las principales revistas de Pontevedra.

- Otro apartado que se conocía poco era cómo vivió la guerra civil Alejandro de la Sota.

-Si, porque él fue uno de los tantos y tantos que nunca quisieron hablar de la guerra civil. Ya se sabía que no había tenido un papel determinado en todo ese tiempo, porque empezó en automovilismo, que era digamos el sitio de los recomendados para no estar en primera línea, pero luego sí pasó a primera línea y en poco tiempo lo hirieron.

- ¿Qué lesiones sufrió?

-Casi nadie sabía, le sorprende a los propios alumnos que todavía viven, que prácticamente De la Sota no veía de un ojo y eso fue por un bombazo que sufrió en la guerra. Estuvo a punto de perder el ojo, perdió el iris pero se acostumbró muy bien a ese tipo de visión con un ojo y medio, digámoslo así, y no tuvo ningún inconveniente en conducir y por supuesto que en pintar tampoco, pero fue la muesca trágica que le quedó de la guerra.

- ¿Cómo supo de estos hechos?

-Tuve mucho conocimiento de esto antes que la demás gente por el otro factor que me ayudó mucho para esta exposición, que es mi conocimiento de Daniel de la Sota, de su padre, de haber estado muchos años investigándolo. De Daniel de la Sota conozco todas las cartas que durante la guerra manda desde Madrid a su familia en Pontevedra, son cartas muy emotivas, muy personales y a él en un momento determinado le llega la noticia de que han herido a su hijo y cree que se ha quedado ciego. Transmite en la carta que se ha quedado ciego como mal menor, si no le estaban ocultando su muerte, y pide que le cuenten la verdad, que le digan lo que sea. Ahí descubrí que había eso y cuando se lo comenté a su hijo Juan él sabía algo pero tampoco mucho ( sonríe) como tantas cosas de esta exposición que hemos descubierto conjuntamente.

- La muestra es también una aproximación muy personal: a sus aficiones, su humor?

-Si, a mi me sorprende la cantidad de libros que hay escritos sobre Alejandro de la Sota, todos obviamente desde la perspectiva de su arquitectura, pero prácticamente ninguno aborda estos temas. Pedro de Llano, en un libro estupendo sobre él, en dos páginas resume todo esto que hay en la exposición y más.

- Por otra parte la exposición es un proyecto largamente acariciado

-Juan ( De la Sota, uno de los hijos del arquitecto) llevaba 20 años queriendo hacer esta exposición, me insistía en que teníamos que hacer esto, lo intentamos dos veces, salió a la tercera y efectivamente creo que hacía falta porque todo el mundo que la ha visto, tanto arquitectos como no arquitectos, han entendido mucho, aquí en esta sala ( la entrevista se realiza en la primera de las salas de exposición, dedicada a la infancia y juventud del arquitecto) sobre el trabajo que después se puede ver en las otras dos.

- ¿Fue Pontevedra una influencia decisiva en el trabajo de De la Sota?

-Él mismo reconoce toda esa influencia de Pontevedra, Juan dice "mi padre no era el mejor arquitecto, era un arquitecto distinto", la distinción estaba en el pensamiento, él pensaba y pensaba cada proyecto, pero no sobre el papel sino en el sillón, de mil maneras distintas, hasta tener el proyecto en la cabeza. Eso es exactamente lo que hacía su padre, Daniel de la Sota, en la Diputación con todos los proyectos que llevó a cabo sin ser él arquitecto, cada proyecto obligaba a pensarlo, repensarlo, documentarlo, y hasta que no estaba convencido no lo presentaba, Alejandro hacía exactamente lo mismo.