Víctor, Sonia, Cristina, Marisa y Lorena preparan sus oposiciones al cuerpo local de administrativos. La intención de todos ellos es la de quedarse en el entorno de Pontevedra. Son conscientes de las dificultades para obtener una plaza, pero llegan al proceso opositor en busca de cierta estabilidad tras años en el sector privado.

"Yo estuve en los últimos años en el sector y privado y tenías que trabajar de la mañana a la noche y el sueldo es igual", afirma Víctor.

"Te piden treinta temas para un auxiliar o subalterno, se presenta gente con mucho nivel y, además del primer examen, te ponen otras seis pruebas", señala Marisa sobre lo complejo de superar un procedimiento como este.

En algunos de sus casos tienen que compaginar su trabajo con el estudio de las oposiciones, pero si lo intentan es porque, como Cristina, quieren "un puesto fijo. Te aseguras tener tranquilidad, tienes un trabajo seguro." Al corte de Cristina sale Sonia "te aseguras un salario normal y buenas condiciones ¿quién no lo quiere?"

Sonia es, precisamente, una de aquellas aspirantes a un puesto público que se vio obligada a renunciar cuando los recortes le pusieron muy difícil alcanzar su objetivo. Animada por la mejora de los últimos meses y por anuncios como la oferta de más de 20.000 plazas que ha visto en los medios, retoma ahora la carrera. "Yo estuve un año y medio intentándolo y estuve cerca, pero no lo conseguí. Después paré y ahora he decidido volver por la oferta de la que hablamos. Esta es una espina que tengo clavada y lo voy a intentar".

"Yo me quedé sin trabajo después de 19 años y ahora estoy preparando esto" apunta Marisa, que fue también administrativa en el sector privado.

El método más sencillo de acceder al empleo público, explican, es opositar a los escalones menos exigentes, aunque también las pruebas y la competitividad sean muy altas. "Después, si quieres ascender, ya vas por promoción interna", lo que empuja a personas sobrecualificadas a examinarse para estos puestos.