Nada hacía presagiar a los miembros de Club Buceo Ons que una de sus habituales inmersiones en aguas de la Ría de Pontevedra se iba a convertir en una prueba más de la estrecha relación entre las civilizaciones prerromanas y las aguas de Galicia, al localizar los restos de un ancla de piedra de esta época. Los vestigios de un navío, localizados el pasado domingo, se encontraban a seis metros de profundidad en el entorno de la Isla de San Clemente, en el litoral del sur del concello de Marín.

No es la primera vez que se tiene conocimiento de este tipo de aparejos en las Rías Baixas. De hecho, en un estudio publicado por el arqueólogo Ramón Patiño se catalogan hasta 150 de estas piezas. Aspecto que probaría un intenso tráfico marítimo en el siglo VI a.C. entre las Rías Baixas y el Mediterráneo.

La publicación del investigador vigués, en contra de la versión más extendida en los últimos veinte años, demuestra de que todas nuestras influencias estaban relacionadas con los celtas, con el Norte, "que hubo una influencia si no mayor sí muy fuerte del Mediterráneo, de los pueblos semitas, púnicos, rota posteriormente con la llegada de los romanos", aseguraba el vigués en la presentación de su obra.

Ramón Patiño sitúa esta nueva pieza -tras una primera impresión- en el siglo VI a.C., al igual que otras análogas localizadas tanto en esta zona como el litoral Mediterráneo. Patiño publicó en el año 2015 su catálogo de 150 anclas de este tipo encontradas en las Rías Baixas, pero actualmente el número de las identificadas ha alcanzado ya las 170.

Dos agujeros

La descubierta por los deportistas del Club Buceo Ons es, en todo caso, "una buena pieza" -asegura Patiño-, tanto por su tamaño como porque en ella se distinguen con claridad los dos agujeros que las caracterizan, uno redondo para atar el cabo y otro rectangular en el que se incrustaba el madero que se clavaría al fondo.

El tamaño del rejón descubierto revelaría además que pertenecía a un barco de grandes dimensiones, de unos diez metros de eslora aproximadamente, que como todos los localizados en este ámbito se dedicaría al transporte comercial.

Ramón Patiño explica que las Rías Baixas recibían en esta época prerromana un importante flujo comercial de los pueblos púnicos, descendientes de los cartagineses, que comerciaban en el noroeste peninsular comprando estaño, necesario para fabricar piezas de bronce.

El arqueólogo indica que el destino de esta pieza es una responsabilidad de Patrimonio, si bien "yo no soy partidario de que se extraigan del lugar donde se localizan; además tienen poco valor patrimonial", apunta el experto.

Otras anclas similares han tenido como destino final "adornar" el jardín o la casa de sus descubridores, como apunta este arqueólogo.

Adolfo Fernández, comisario de la exhibición "Emporium. Mil anos de comercio en Vigo", explica que la datación de estas anclas es compleja porque suelen aparecer "fuera de contexto", como en este caso, en el mar junto a los restos de lo que fuera una embarcación.

Este arqueólogo de la Universidad de Vigo recuerda que un ancla de características similares a la encontrada cerca de la isla de San Clemente está expuesta en la muestra"Emporium. Mil anos de comercio en Vigo", que permanece en el Verbum de la ciudad olívica. "Se trata de un ancla, también de dos agujeros, pero más antigua porque fue reutilizada en una tumba de finales del siglo VII antes de Cristo", cuenta Fernández.