A pesar de que el Bosque de Secuoyas ya sufrió varios actos de vandalismo como cuando le arrancaron las placas o los grifos en las piedras, el peor trago para los comuneros de San Xoán lo pasaron durante el 2006 con los fuegos forestales asolando el Castrove.

"Ese verano nos metimos en fuego para salvar las secuoyas. Parecíamos el ejército. Hacíamos todo lo que podíamos incluso con una manguera. Por suerte había un cortafuegos cerca que nos salvó. Nos quedaron entre 40 y 50 hectáreas sin arder", afirma Rodríguez Couselo. Recuerda con dureza cuando unos pocos metros arriba, estaba llegando el fuego a la casa de los comuneros. "El tesorero y yo no jugamos el tipo. Llegamos a estar rodeados por completo de fuego y no nos veíamos el uno a otro. Nos pudo más las ganas de salvar todo que la prudencia. Solo pido que no vuelva nunca otra de esas", señala el comunero. La solución para Rodríguez Couselo pasa por la concienciación social, las ayudas para la limpieza y que los agentes forestales vigilen más por el monte.